La noticia con más chispa de los últimos días fue la de la reaparición de Alberto Casillas, el héroe del 25 de septiembre de 2012 por haberle impedido a la policía detener a unos manifestantes violentos que se refugiaron en el bar donde trabajaba, cercano al Parlamento español.
Fue una imagen que dio la vuelta al mundo. Decenas de jóvenes habían tratado de saltar las barreras policiales para “tomar” el Parlamento, y la policía los repelió y persiguió hasta que algunos se refugiaron en la cercana Cafetería del Prado.
Allí, el encargado, brazos en cruz a la puerta, le exigió a la antidisturbios que no entraran. Fueron tales su vehemencia y gritos que los agentes, desconcertados, le obedecieron.
La imagen de Casillas como portero crucificado –no el del Real Madrid-- lo convirtió en héroe ante el mundo; en España lo fue más aún para la televisión pública TVE.
Reapareció el pasado lunes en el muy próximo a la cafetería y lujoso Hotel Ritz en un desayuno de empresarios con Pablo Iglesias Turrión (PIT), líder de Podemos, de invitado-estrella.
El camarero increpó a PIT por cobrar casi tres millones de euros del régimen chavista-bolivariano de Venezuela, país en el que fue emigrante tres décadas, y ahora arruinado, con su mujer sin casi nada que comprar y su hija, estudiante, perseguida y maltratada política.
Casillas pasó de héroe a villano para las televisiones. La peor de todas, TVE, que incluso lo privó en los telediarios del nombre y apellidos que hiciera famosos, refiriéndose a él como “un hombre” que, sin explicar la razón de su intervención, había molestado al nuevo héroe.
TVE resultó intencionadamente bolivariana y, atentos, tributaria de Podemos: TVE protegía cuidadosamente a PIT, ¿por qué?
La pregunta fundamental es: ¿le interesa al Gobierno potenciar a los antisistema de Podemos para debilitar a PSOE e IU?
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SALAS