Resulta que llevo unos días trasteando por la red social ésta que se ha puesto tan de moda.
Yo, que siempre he sido tan reticente para estas cosas (no hay más que leer la cabecera del blog), estoy aflojando mis auto infligidas normas anti redes sociales. Claro, todo con unos límites porque sigo manteniendo mi norma de anonimato fotográfico y de nombre y apellidos, que también cumplo en el blog. Lo del anonimato fotográfico no es porque sea insultantemente fea, que no estoy mal oye. Y lo del nombre no es porque vaya a contar cosas que no son ciertas o de las que me vaya a arrepentir. Pas du tout! Creo que tiene que ver más con una timidez y una discrección innatas de las que conforme me voy haciendo mayor voy prescindiendo. Eso, y que hace años se me ocurrió abrir una cuenta en Facebook con mi nombre real y me resultó una lata encontrarme con personas de épocas pretéritas a las que no puedes rechazar (la educación y el saber estar es fundamental para una Lola Glamour) y aquello era un cotilleo absurdo, indiscriminado y sin control. Innecesario y carente de interés. Sin misterio ni glamour alguno. Vamos, que hastiada de tanto sinsentido, abandoné el perfil a su suerte.
De momento no hago mucho más que twittear las entradas del blog pero todo se andará. A mi ritmo slow, of course! Ahora me dedico más a ver qué escriben los demás. En alguna ocasión resulta revelador.
Como digo, esto me está resultando divertido. Puedes estar informada al minuto de cualquier noticia, al día de los cotilleos de los famosetes... Si, si, que hay que saber de todo, hasta las cosas más tontas. Es rápido, escueto, que no estamos para perder el tiempo.
¡Lo mismo llega el día en el que el hashtag #laslolasglam llega a ser trending topic! ¡Ay qué risa! Ya manejo términos tweeteros. ¿No véis? A ver si me voy a enganchar...