Y a que apunto con esto, no sólo es una cuestión numérica o de magnitudes de contactos con los cuáles uno se vincula, sino que por la naturaleza misma del dinamismo y trascendencia de los diferentes contenidos que pueden ser publicados en una u otra, cada usuario que habita las dos redes elige puntillosamente a cuál manda cada contenido.
En Twitter se publica cualquier cosa, desde un estado de animo, a una foto de una curiosidad vista en la calle, el comentario de un partido de fútbol, un link interesante, lo que sea, justamente porque es algo que una vez que se dijo, se fue. En Facebook, ya se complica un poco más la cosa, cada cambio de estado acarrea comentarios de los amigos, cada foto etiquetada puede ser comprometedora, cada adhesión a un grupo críticas de aquellos que no comparten su premisa.
Esto, por más que sea contraintuitivo dado que uno en Facebook suele tener a sus contactos de la “vida real” y en Twitter no tanto, se da porque claramente y como pasa en la “vida real” uno no siempre quiere decirle a todos todo lo que nos pasa, ni compartir nuestros estados o ideas con primos o padres que tranquilamente tienen su perfil en FB.
Volviendo al título, uno no andaría por la plaza de su ciudad o pueblo con sus fotos de las vacaciones pegadas, gritando lo que piensa o compartiendo sus gustos, etc. Y es por eso que a Twitter lo considero el club antes que la plaza, uno tiene una base de afinidades con los contactos que sigue y mientras mas cosas en común encuentra más replys le hará o más Retwitteará sus publicaciones, logrando conexiones cada vez más profundas.
Como nos pasa en un club, uno llega por ser del barrio o por herencia y de a poco se va juntando más con los que sólo juegan a un deporte, los que van a ciertas horas, los que usan remeras de grupos que me gustan a mí, etc. construyendo relaciones donde antes no había y solidificando aquellas que venían de antes.
Les dejo igualmente mis perfiles, así me pueden encontrar en el club o en la plaza.