Tworki (El manicomio) - Marek Bienczyk

Publicado el 11 diciembre 2015 por Elpajaroverde
"Es del fondo de mis párpados fríos, del nacimiento mismo del río que han venido al mundo estas palabras. Sí, al principio fue la escritura, no muy bonita, las letras demasiado altas, apretadas, negándose el espacio, conteniendo el ímpetu de las frases. Uno podría decir: no se dan prisa las palabras en llegar al punto; otro: hay algo que las retiene; y todos, sin duda entre ellos yo mismo: querrían volver atrás, dar la vuelta, pero ya no pueden. Hay que darles por fin la oportunidad de llenar toda la línea, de margen a margen a pleno pulmón, ahora que ya todo ha terminado, o que ya da todo igual:"
Palabras. Frases. Puntos. Líneas. Ya está, no necesito más. Palabras que abren la puerta a significados secretos. Frases que presumen una rebeldía y autonomía insólitas. Puntos que unen principio y final. Líneas que nos mecen, que nos cantan, nos acunan; líneas que nos guía, que nos dejan pistas, que nos muestran recovecos. Ya está, no necesito más, el primer párrafo y estoy rendida. La llave que abre el cofre, las palabras mágicas que dan vida a la varita: abracadabra. Son como una especie de sortilegio, de conjuro (no, no, conjuro no, suena a brujas, no quiero, en este libro solo quiero magia blanca). Es como una especie de encantamiento, sí, eso es. Abro sus páginas y ya soy presa de él. Desde el principio hasta el final. Hasta después del final. No puedo salir. No quiero salir.

Portada de Tworki (El manicomio)




Le sigue a este primer párrafo una carta, breve, apenas unas escasas líneas escritas con dudas pero con premura. La carta existió de verdad, como existió también y aún existe el lugar desde el que fue escrita y en el que llegó a su remitente: "Tworki (El manicomio)", un hospital psiquiátrico cercano a Varsovia de cuyo nombre toma el título esta novela. Y el resto de la historia, ¿existió? Para Marek Bienczyk existió. Existió porque él así lo creó, porque los muros de Tworki y el banco donde acostumbra a sentarse así se lo susurraron. Para mí también existió. Existió porque así lo he creído, porque lo he admirado, lo he cantado, lo he bailado, he aspirado su aroma, lo he sonreído, lo he llorado.
Hay libros que son un poema, una melodía, una explosión de color, un aliento que calienta, reconforta y alimenta.
"-¿No te has planteado nunca qué poco sitio hay para la bondad en este mundo? Qué fenómeno tan raro entre la gente es la persona. Una persona que tenga alma. Y el alma es cabeza y corazón. Sobre todo, Sonia, corazón. El corazón."
En este libro hay un hombre que habla en rima y una mujer que coloca los verbos al final de sus frases como si las cantara. Hablan por la voz de un autor que escribe prosa pero al que le sale poesía. La poesía te entra por la boca y te cala hasta los huesos. Los huesos crujen, las articulaciones rugen, se rozan lo músculos y todo se mueve. La prosa de Bienczyk es todo menos sencilla. Habrá quien no quiera entrar en ella, o quien no pueda; quien no quiera tocar ciertos resortes para que se haga la magia, o quien no quiera tocar teclas propias para acompañarla. Pero el que entra ya no sale. Y encantado, además, con el encantamiento.
Hay libros que son como la navidad: blanco puro, un regalo, música, baile y banquete. Hay libros que son como una mañana de año nuevo: luz infinita, esperanza y promesa.
"Si aun así, a orillas del Pérdida, en la pradera, con el calor de la merienda o el rocío de la mañana, las manos sudaran juntas y se tocaran mutuamente las yemas, si los ojos oscuros brillaran para esos otros azules, y el viento llevara los cabellos de ella a la boca de él, que habla en verso con estrofas sin falta rimadas que tratan de esta extraña pero a veces también hermosa, aunque a veces la llamemos simplemente un largo sueño, o sencillamente c'est la vie."

Estación. Fotografía de Roberto Larxaga.

En este libro hay un manicomio, donde viven locos, encerrados, ocultos, de un mundo loco. Y en ese manicomio trabajan personajes de cuento, a salvo, a distancia, de una guerra loca. Y hay también un bosque, y un columpio, y un río. Y hay un tren que va y que viene, que lleva y trae. (No, el tren no, yo no quiero que pare aquí. Que pase de largo, en Tworki no. Yo no quiero que llegue la magia negra, yo no quiero que marche la blanca magia. Quiero que me encierren en Tworki, con los locos, con esos que comparten nombres con pintores, músicos, filósofos, con grandes locos que hicieron la Historia. Quiero que me encierren en Tworki, con los contables, con los que miden versos, cuentan palabras, suman vida y restan... shhhh..., no lo penséis que se rompe la magia).
"¿Por qué tan triste, por qué húmedos? ¿De dónde esas lágrimas, de dónde esos hombros encogidos, adónde esos pasos rápidos? Pasó rápidamente entre los árboles, saliéndose de pronto del caminito junto al muro, tropezó, apoyó la espalda en un abedul, el penacho movió una rama. Se colocó el gorro, echó el penacho un poco hacia atrás y entró corriendo entre dos sauces como si entrara por una puerta abierta. Este cuarto no es para nosotros; más adelante estaba todo cada vez más vacío y más blanco, la primera nieve había creado aquí unas manchas más uniformes, Sonia fue desapareciendo en las profundidades del bosque y haciéndose cada vez más pequeña, como un pajarillo oscuro saltando en la nieve que echara a volar hacia un grano de trigo que observara en el horizonte, tras el misterio de su mirada. ¿Qué veía, adónde iba, en qué punto desapareció?"
En este libro hay una historia y hay más de una historia. Las que quieras escuchar, las que estés dispuesto a encontrar. Y hay amor, y hay amistad. Y con eso solo, y para qué más, se escribe esta historia. Y también hay una guerra. (Que no, que no, a la bruja mala no la llaméis; lo que no se nombra no existe, lo que no se escribe no es). Hay amor y hay amistad, y hay miles de historias por contar. Las que están y las que no están; las que fueron y las que no alcanzaron a despegar; las que se quedaron por escribir, las que aún escritas nadie las pudo narrar. Y me diréis: cuéntanos la historia, y os responderé: pero si ya os la estoy contando. Magia, magia, tenéis que creer en la magia. Claro, pero si yo no soy maga... cómo hago para que entendáis. Tenéis que ir a Tworki, el lugar mágico, allí encontraréis al mago, sentado en un banco, con una carta en la mano. Él conoce las palabras, él sabe de encantamientos. Él creará la magia, pero esta solo existirá si vosotros creéis en ella. Y está ahí, os lo prometo, yo la he sentido. Existe la magia blanca (la negra también pero shhhh... no la nombréis) 
Hay libros en los que siempre es primavera. Flores, colores, danza, algarabía. Todo por crecer, todo por brotar. Y la segura certeza de que todo lo que nace morirá.
"A veces me preguntan si toda esta historia fue real. Sí, respondo, la Historia es real, hubo una guerra, millones de personas perecieron, otras sobrevivieron."

Chave Mestra. Fotografía de jeronimo sanz.

Y colorín colorado, para el que crea en la magia este cuento no ha acabado.
Ficha del libro:
Título: Tworki (El manicomio)
Autor: Marek Bienczyk
Editorial: Acantilado
Año de publicación: 2010
Nº de páginas: 224
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