Antes de entrar pagamos también por la cámara. Los ucranianos son muy religiosos y obligan a las mujeres que se cubran la cabeza con un pañuelo.
Nos deleitamos con la belleza de estos maravillosos monasterios e iglesias de la zona alta. Se encuentran haciendo misa y cantando, hay tanta gente que siguen la misa desde fuera.
Lo más destacado es visitar las cuevas o grutas donde se encuentran los monjes momificados de los siglos XII y XIII exhibidos en su propio sarcófago, en medio de la penumbra. El itinerario da respeto pues caminamos alumbrados con pequeñas velas para poder ver el camino a través de túneles subterráneos.
Sólo dejan pasar a los que van a rezar. Uno de los monjes guardianes me dice que también me he de cubrir el pantalón. Vaya pinta que hago, entre el pañuelo, el faldón y la vela en mano, parezco una auténtica devota.
Me paro a rezar por la delicada salud de mi madre. Aunque no sea creyente, creo que la religión está en uno mismo y a veces necesito encontrar la fe en estos lugares tan místicos.
Caminamos por otros recovecos donde están limitados por medio de señalizaciones pues vemos a auténticos fieles rezando pero salimos enseguida para dejarlos en su intimidad.
Saliendo de las cuevas nos dirigimos a otra zona donde hay un hermoso sendero que se une a un túnel de madera y nos lleva a otras iglesias, algunas de ellas permanecen cerradas.
Pasamos por un parque donde hay el Monumento a los Caídos y un obelisco mirando al rio Dniéper, que atraviesa la capital.
Volvemos caminando hacia el metro para dirigirnos al centro. Allí cogemos un funicular antiguo y muy peculiar. En un par de minutos nos lleva hasta el Monasterio de San Miguel, que es el patrón de la ciudad y contiene cúpulas doradas. Pintado de un color azul intenso se diluye con el cielo.
Dicen que "donde fueres haz lo que vieres" así que aprovechamos como hace la gente local y nos sentamos a tomar el sol y a contemplar la belleza de este monasterio.
En su interior hay auténticas maravillas, frescos y reliquias con rebozados en pan de oro, lástima que no dejan fotografiarlo.