“La reforma constitucional en Ucrania es la única salida viable al conflicto con Rusia
"El olvidado conflicto en Ucrania ha vuelto trágicamente a ocupar el primer plano informativo en una Europa conmocionada por la crisis humanitaria de los refugiados. Respetado el alto el fuego tanto por el ejército de Kiev como por las milicias prorrusas, la tensión en el este del país ha disminuido en intensidad pero no ha desaparecido del todo. Prueba de ello son las manifestaciones a las puertas del Parlamento ucraniano que han dejado hasta el momento el balance de un muerto y 90 heridos. Los miles de manifestantes nacionalistas que se han enfrentado a la Policía a las puertas de la Cámara legislativa no están dispuestos a aceptar la reforma constitucional promovida por Poroshenkoque prevé una descentralización territorial del país y la concesión de un régimen especial de autogobierno para las regiones de Donetsk y Lugansk. Pero al presidente ucraniano no le quedaba otra salida para desbloquear una situación envenenada por la política de hechos consumados de Putin. Anexionada sin remedio la península de Crimea en la primavera de 2014, Poroshenko necesitó movilizar a la comunidad internacional para defender la integridad política del país. Los acuerdos de paz de Minsk auspiciados por la OSCE y firmados el pasadoNinguna de las partes parece estar satisfecha, pero el mantenimiento de la paz exige cesiones irrevocables. Poroshenko tiene la obligación de implementar lo estipulado en Minsk y la comunidad internacional, con la UE y la OTAN a la cabeza, la de apoyar sus reformas y exigir a Rusia que cumpla su parte de los acuerdos.”( “El Mundo”, editorial en 01/09/2015)…Acuerdos urgentesEuropa no puede permitirse un nuevo fracaso en la crisis de los refugiados(El País31 AGO 2015 )
Por una parte, Ucrania, ya bastante revuelta y asfixiada por una guerra contra el invisible pero real enemigo ruso, que saquea su economía y merma el ánimo de las gentes, entra en convulsiones por la aparición de las minorías de extrema derecha (quién sabe si también indirectamente agitadas desde Rusia), que se han alzado de forma violenta y antidemocrática contra las necesarias reformas constitucionales que la Verkhovna Rada (Parlamento) ha aprobado en cuanto a descentralización, y que resultaban imprescindibles no ya solamente para cumplir los acuerdos de paz (¿?) de Minsk, sino para distender en lo posible la situación y alcanzar alguna solución al secesionismo imperante en las regiones de Donetsk y Lugansk, antes de que fatalmente sean escindidas de la nación del Dniéper. Comprendo que el pueblo ucraniano en general, tan adolescente en cuanto a independencia, querría que nada se suavizase ahora y que retornase al feudo nacional la Crimea robada “manu militari” por Putin, y que se venciese a los pro-rusos y a los rusos mismos en el conflicto del este. Pero bajo las perspectivas de la democracia y de la realidad de los tiempos, la solución bélica nunca es deseable, y como se dice en la abogacía, “más vale un mal arreglo que un buen triunfo en un pleito”.Y no otra cosa es lo que se está tratando de hacer en Ucrania: alcanzar soluciones posibles a una pérdida de vidas y a un hundimiento económico insoportables. Por eso, aunque los de la derecha extrema reclamen con acciones de inspiraciones neo-fascistas toda la dureza, es de alabar la cordura de los bloques políticos moderados cuando han abierto vías de posible mitigación de los dramas bélicos en el este del país. Sea como fuere, he de repetir una vez más aquello que, parafraseando la ópera “Evita”, ya escribí más de una vez: “¡Lloro por ti, Ucrania!