Cobertura de Espectadores.
El fin de la adolescencia, el despertar sexual, la salida del closet en circunstancias adversas son los temas centrales de UIO. Sácame a pasear, historia de amor que transcurre en la ciudad ecuatoriana de Quito (de ahí la sigla presente en el título), pero que da cuenta de una problemática de envergadura global. De hecho, los prejuicios y peligros que acechan a Sara y Andrea desde que se convierten en pareja son representativos del acoso que las personas LGTB sufren en los países que siguen patologizándolas y retaceándoles derechos.
Mientras sigue de cerca la evolución de las protagonistas, la cámara registra en un segundo plano diversas marcas de hostilidad social. Por ejemplo, aquélla que una televisión encendida inflige en pleno almuerzo, con la cobertura noticiosa del caso de una joven lesbiana internada contra su voluntad en uno de esos centros terapéuticos que prometen curar la homosexualidad.
Este film participa de la competencia latinoamericana del 18º BAFICI.
Dicho esto, UIO… es un film mesurado, sin el exceso de dramatismo y erotismo que suele caracterizar al cine de temática similar (entre los extremos La vida de Adèle y Carol, se encuentra más cerca de la adaptación que Phyllis Nagy y Todd Haynes hicieron del libro de Patricia Highsmith). Por otra parte, cabe destacar las actuaciones de Samantha Caicedo y Mariana Juliana Rangel, también libre de estridencias.
En abril del año pasado, la Asamblea Nacional de Ecuador autorizó la unión civil entre personas del mismo sexo. Acaso este hito tan reciente haya inspirado en Juan José Vallejo y Amaia Merino el guión de la historia que Micaela Rueda terminó dirigiendo. Si fuera cierta, la hipótesis también explicaría el final abierto, que algunos espectadores interpretamos esperanzador.