Quedaban 3 semanas para mi vuelta a España y por si no tenia pocos problemas de dinero rompí la tarjeta de entrada a la residencia. Fue un accidente aunque el manager se cabreo un poco conmigo por el hecho de que tendría que buscar quien hacia esas tarjetas. Me dejo otra pero ya que me comento que me pasaría factura por la rota.
Puerta de entrada a mi residencia (foto verano 2011)
Esa misma semana recuerdo una gran fiesta que hicieron los suecos, grande por los berridos y la desmedida forma de beber. Yo como siempre pase de ello,a pesar de que Andre me dijo que me pasara pero sabría que estaría con otros suecos que no me caían demasiado bien. Aun así no pude evitar encontrarme con las secuelas de la fiesta, botellas en los lavabos y vómitos por los pasillos de la residencia. Si, así eran algunos de los suecos, supongo que de una forma bastante diferente de cuando se encuentran en su país con sus papas.
En la residencia no era el único quemado con los suecos
Aunque el manager lo vio y se cago en todo lo que pudo en un bonito ingles (en japonés no hay insultos buenos) nadie pago el “pato” por esa “fiesta” aunque yo si que acabe pagando ocho mil yens por la tarjeta rota por accidente.
A dos semanas de mi próxima partida de Japón mi jefe por aquel entonces se presento en Japón con un amigo. Era una buena ocasión para intentar recuperar mi trabajo. Aunque tampoco fue mucho sacrificio para mi ya que termine las clases el mismo día que llegaron.
Los últimos días de clase,a pesar de ir cada día ya apenas estudiaba como al principio.Estaba bastante desmotivado por tener que abandonar Japón aunque ya tocaba, tenia la tarjeta de crédito agotada, debía dinero a mi familia y ya veríamos si cuando volviera tendría trabajo para saldar mis deudas. Eso sin contar con que ahora pasaría a tener una relación a distancia y que los planes por estar con Yuka en España tendrían que esperar hasta por lo menos un año.
Lleve a mi jefe y su amigo por todo Tokyo y enseñándoles todas las curiosidades que había descubierto en esos casi 6 meses de estancia. Me lo pasaba bien haciendo de guía y viendo como se sorprendían cuando llegábamos algún punto clave como el cruce de Shibuya, o las vistas de noche desde la Torre de Tokyo. Me encantaba Tokyo y sabia como moverme fácilmente con la experiencia de toda mi estancia. No dudaba en preguntar a los policías si buscaba algo concreto y no me asustaba meterme en las grandes estaciones a las horas punta.
Preguntando a la policía
En ese punto varias veces me había planteado de intentar enfocar mi pasión por Tokyo en un trabajo, intentar ser guía o algo relacionado. Pero tenia demasiadas cosas en que pensar y a corto plazo mi deseo era poder hacer de guía para mis amigos algún día, poder arrastrarlos hasta Tokyo y vieran todo lo que les he contado en persona.
Cuando mi jefe de entonces dejo Japón solo me quedaban 5 días para dejar Japón.
Continuara