Este sábado 20 de Octubre voy a intentar por segunda vez superar la barrera de los 100 km en un Ultra Trail. Las circunstancias van a ser bastante diferentes en relación a mi anterior aventura del pasado 15 de Julio en el Isostar Desert Marathon, dónde alcancé la distancia de 114 km. En esta ocasión ni la climatología, ni el terreno, ni el desnivel tienen nada que ver con mi última experiencia. Por eso, precisamente, tengo la percepción de que va a ser mucho más complicado completar este desafío personal…
Cuando se llega a un punto en que uno se interroga a sí mismo sobre el porqué de las cosas, sobre qué es lo que me empuja a intentarlo otra vez si soy plenamente consciente de que el sufrimiento y el dolor van a estar presentes durante el recorrido a través de las montañas, de que voy a vivir momentos en los que desearé no estar allí… Entonces es cuando la realidad se muestra en toda su crudeza y funde los cimientos de ciertas expectativas..
Y todavía con mayor razón cuando no voy a batir ningún récord estratosférico, ni tan sólo voy en busca de ningún lugar de privilegio… Lo cierto, es que simplemente voy a intentar llegar hasta el final. Esa es mi aspiración y en ese empeño voy a depositar toda mi energía física y mental… Y, a cambio de qué…? Estoy buscando alguna compensación a ese esfuerzo descomunal…? Necesito demostrar algo..? En absoluto, es una decisión personal que, si lo pienso fríamente, no responde a ningún objetivo… No voy a ser mejor deportista si consigo completar el recorrido, tampoco voy a subir ningún escalafón en mi posición personal, social ni profesional y tampoco busco el reconocimiento ni la admiración de nadie…
Quizás sea una cuestión puramente espiritual el sentir la necesidad de avanzar durante horas y horas, durante decenas de kilómetros inmerso en la magnitud de las montañas o en la soledad de la noche…. Son muchas horas plenamente conectado con el entorno y conmigo mismo, dosificando el esfuerzo, combatiendo el cansancio, luchando contra el desfallecimiento…
O quizás sea algo más biológico, un gen incontrolable que se altera y se multiplica en mi interior ante la posibilidad de afrontar distancias cada vez más largas. Una reacción en cadena que irremisiblemente me induce a seguir esa llamada de la ultradistancia…
Una reflexión que quizás pueda calificarse de introspectiva… Pero no voy a negar que cada vez que corro durante más tiempo, cada vez que intento llegar más lejos me siento más vivo y mi claridad de ideas es mayor…
Este próximo sábado estaré en la salida del UTSM – Ultra Trail Serra de Montsant (100 km – 4.000 desnivel) y volveré a vivir una experiencia, para mí, tan dura y exigente como excitante...