Cuando se trata de conseguir un record, casi siempre hay que recorrer un largo camino hasta alcanzarlo. Pero cuando ese camino se prolonga durante más de tres décadas, conseguir tu objetivo se convierte prácticamente en una epopeya. Pero sabe mejor que nunca cuando sucede.
Anoche, en el Target Center de Minneapolis, Minnesota Timberwolves y Golden State Warriors disputaban un partido intrascendente a nivel clasificatorio. A punto de terminar la regular season, ambos equipos son los últimos de su conferencia, y están eliminados de la lucha por los Playoffs desde hace semanas. Por eso, la victoria final de los Warriors (107-116) sólo tendrá un sentido especial para una persona: el entrenador de los californianos, Don Nelson.
Con el de anoche, Nelson sumó su triunfo número 1.333, convirtiéndose así en el entrenador con más victorias en temporada regular de toda la historia de la NBA. Superó a Lenny Wilkens, que se retiró en 2005 con 1.332 victorias en su haber. Nelson llevaba años persiguiendo esa cifra, ese triunfo que le convirtiera en el coach más victorioso de todos los tiempos. Después de 34 años en los banquillos y casi 2.400 partidos dirigidos, Nelson tiene por fin su recompensa. Por eso ahora es buen momento de hacer un pequeño homenaje a uno de los personajes más importantes y entrañables de la historia reciente de nuestro deporte.
Donald Arvid Nelson nació el 15 de mayo de 1940 en Muskegon, Michigan. Después de jugar en el instituto de Rock Island en Illinois, se enroló en la universidad de Iowa, en la que brilló en las tres temporadas en las que estuvo (21 puntos y 11 rebotes de media), siendo incluido en 1962 en el tercer mejor quinteto de la NCAA. Sin embargo, cayó hasta la tercera ronda del Draft (nº 19), donde fue escogido por los Chicago Packers, que enseguida cambiaron su nombre por el de Zephyrs un año antes de que la franquicia se trasladara a Baltimore para convertirse en los Bullets. Pero en aquel entonces (verano de 1963) Nelson ya estaba en Los Angeles Lakers, en los que tendría un paso muy discreto antes de ser cortado tras su segunda temporada.
Su gran oportunidad llegó cuando Red Auerbach decidió contratarlo como agente libre en 1965 para sus Boston Celtics. Con los Orgullosos Verdes, Nelson encontró su rol perfecto como sexto hombre. Su condición de alero fuerte (1.98 de altura y 95 kilos) y trabajador incansable ejercía de contrapunto perfecto a las grandes estrellas de los Celtics, con los que conseguiría cinco Anillos en 1966, 1968, 1969, 1974 y 1976. Incluso este secundario de lujo tendría su gran momento de gloria en 1969, cuando una canasta suya (plena de suerte, todo sea dicho) dio la victoria a Boston en el Forum de Los Angeles, donde los Lakers eran inmensamente favoritos. Cuando Nelson se retiró de las canchas, era uno de los favoritos del Garden, y la franquicia verde le retiró su camiseta con el número 19 sólo dos años después.
Sólo pasaron unos meses para que Nelson regresara a los parquets de la NBA, pero esta vez como entrenador. Dirigió a los Milwaukee Bucks desde 1976 hasta 1987, con tres presencias en las finales de conferencia y dos títulos de Entrenador del Año (1983 y 1985). Después se sentó en el banquillo de los Warriors, equipo al que ha estado ligado ya sea como directivo o como entrenador en dos etapas. La primera (1988-95) fue la del Run-TMC, con otro premio al mejor entrenador en 1992. Después estuvo una temporada en los caóticos New York Knicks, para después recalar en el banquillo de los Dallas Mavericks entre 1997 y 2005, volviendo al banquillo de los Warriors en 2006.
La web oficial de la NBA titula hoy la carrera de Nelson como "frustrantemente magnífica". Y no les falta razón. En 31 temporadas como entrenador, nunca ha ganado un Anillo, y ni siquiera ha podido disputar una final. A Don Nelson no se le recordará por ser un entrenador "ganador", por construir dinastías triunfantes o al menos por hacer grandes temporadas regulares. Por el contrario, se le recordará por ser de esos entrenadores (de los que cada vez quedan menos, por desgracia) que priman por encima de todo el espectáculo y el disfrute del espectador y de sus jugadores. Fue el introductor del point forward (alero que ejerce de base), y casi el único que se ha atrevido a jugar con quintetos formados únicamente por bases y aleros, sin referencias interiores. Así, sus equipos siempre se han caracterizado por el buen juego, pero también por acumular muchas, demasiadas, derrotas.
Pero sobretodo, si por algo pasará a la historia Don Nelson es por cuando deja de ser Don Nelson y se convierte en Nellie, ese apelativo cariñoso que se ha ganado durante años entre sus jugadores. Detrás de esa imagen de cascarrabias protestón en la banda, azote de los árbitros, Nelson es una persona entrañable, que se ha ganado el respeto de unos pupilos que ven en él a algo parecido a un padre o quizá a un abuelo. Así se explica que sus Warriors -un equipo hecho a base de mezclar jóvenes promesas con veteranos de vuelta de todo y jugadores sacados de ligas menores, y que ha estado masacrado por las lesiones y las derrotas toda la temporada- se hayan conjurado en estas últimas fechas para dar a su entrenador el premio que ha buscado durante años, el record que hace entrar en la historia a este entrañable perdedor. No hubo champan, sino que sus chicos le bañaron con el primer líquido que encontraron en el vestuario. Un colofón perfecto a una carrera tan extraña como imprescindible.
Como el propio Nelson reconoce, su record tiene fecha de caducidad. "Hay muchos tipos cerca del record si deciden entrenar un par de años más. Hay entrenadores que ganan 50 o 60 partidos por temporada. No como yo, que gano 20 cada vez. Es un poco más difícil así". He aquí la grandeza de quien reconoce lo efímero del éxito.
Enhorabuena, Nellie.