Después de mucho insistir, Robert Hathall consigue que su madre viaje hasta Kingsmarkham para pasar el fin de semana en su casa recién adquirida. La huraña mujer no sólo odia tenerse que desplazar, sino que se lleva fatal con Ángela, la nueva esposa de su hijo, a la que considera una holgazana. Por eso, cuando la anciana entra en la vivienda y la encuentra reluciente no da crédito a sus ojos. Pero una sorpresa mucho mayor le aguarda en la habitación del piso de arriba: sobre la cama yace el cuerpo sin vida de su nuera. Sin testigos ni huellas dactilares que puedan dar una pista sobre el asesino, el detective Wexford se enfrenta a un caso de difícil solución, aunque, fiel a sus corazonadas, está seguro de poder descubrir al culpable.
Editorial: Plaza & Jane's (1994)
N° de páginas: 284
Formato: Tapa blanda / Libro de bolsillo
ISBN: 978-8401464836
Todo un clásico, o un título de una autora clásica donde las haya. Refrescante lectura para un verano caliente en el que las emociones son siempre bien recibidas mientras que la intriga, en buenas raciones, resulta el postre ideal de cualquier sobremesa.
Se trata de una historia de corte ortodoxo ambientada en Londres, una ciudad recurrente en las narraciones de la maestra y, a pesar de ser recorrida una y otra vez, es fácil orientarse con un simple plano de la ciudad y sus alrededores, o con la imaginación, que nuca hay que excluirla.
Un adiós para siempre es una historia de persecución y perseverancia, esencial esta última para que el final de la novela sea satisfactorio. Para el lector moderno puede incluso ser previsible, lineal, pero en su trazado se recogen las grandes pautas con las que aprender a escribir un género que vuelve a estar de moda, si es que algún día no o estuvo.
El detective Wexford es perspicaz e intuitivo pero, sobre todo, es paciente. Dicha cualidad le permitirá llegar a buen puerto en sus casos, si bien hay casos que terminan por morder sus nervios y el reseñado es uno de ellos. Robert Hathall nos es presentado como un villano típico y atípico al mismo tiempo, un personaje inteligente que pone a prueba al héroe, que se encuentra en el camino con todas las trabas posibles antes de alcanzar su objetivo, que no es otro que la caza del criminal.
Rendell utiliza a la perfección las armas que tiene a su alcance para narrar y, a pesar de que la novela tiene sus años, se nota que defiende a la mujer en un momento muy distinto al que se vive hoy en día, realiza alegatos inteligentes y hasta premonitorios de temas que con el tiempo se han vestido de actualidad y, al mismo tiempo, expone sus propias ideas a través de los cuidados y nunca gratuitos diálogos entre sus personajes.
Asistimos a la exposición de un drama familiar, y así desea la autora comenzar el desarrollo de su trama, resumiendo en una situación cuanto menos atípica el juego de relaciones entre algunos personajes, juego que retomará a lo largo de la escritura para dotarlo de matices. Será entonces, más tarde, cuando conozcamos los afectos desplegados sobre el tablero de juego... y jugaremos...
La pobre Ángela se ha interpuesto en una relación... pero no sabemos de qué modo y con qué propósito. E incluso puede que no sea pobre y hasta que no sea Ángela Suegra y nuera se pueden llevar bien o mal y esto de las reconciliaciones... como que no. Las suegras siempre están atentas a los detalles, ya se trate del polvo, del orden o de otros menesteres menos estereotipados.
Kingsmarkham High Street, Wool Lane... podemos viajar a Inglaterra.
El inspector jefe Wexford es el encargado de investigar la muerte que pone en marcha el engranaje y nos demostrará que ser policía no sólo es un oficio sometido a la tiranía de un horario, sino que se trata de una forma de vida, un disfraz que se luce veinticuatro días y en ese matiz se encuentra la esperanza para resolver casos que, de otro modo, quedarían inconclusos y se podrían cerrar en faso. El reloj está en marcha y el tiempo se agota. Corramos, que ya vamos tarde...
Es Nochebuena y Dora se afana, junto a Denise, prepararando la cena. Wexford y Howard se toman una copa y rememoran los hechos. Como casi siempre, la clave se encuentra al final...
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