Mi experiencia con vinos chilenos es muy limitada. Sólo he probado unos cinco, dos de Bruno Prats, y otros de bodegas muy comerciales con grandes producciones. Uno de ellos acabó directamente en el fregadero, y de los otros ninguno me dijo gran cosa, salvo quizás el Sol de Sol 2008, un Chardonnay con crianza del Valle de Malleco elaborado por la parte chilena de Ibérica Bruno Prats. Sin embargo, el vino que hoy traigo al blog sí que me ha gustado. Lo he bebido ya en dos ocasiones, recomendado por el sumiller del Restaurante Brel de El Campello, y las dos me ha dejado muy buena impresión.
Viña las Niñas es un proyecto creado en 1996 por Bernard Dauré, Jean Pierre Cayard y Claude Florensa. Las mujeres ("Las niñas") de las tres familias se enamoran de los terrenos situados en Apalta, en el Valle de Colchagua, de arcilla arenosa con rocas volcánicas, y en ellos llegan a plantar 160 hectáreas de Cabernet Sauvignon, Carménère, Syrah, Mourvèdre, Grenache Noir, Merlot y Chardonnay. Actualmente la bodega elabora 7 tipos de vinos, siendo uno de la gama Premium el que he podido disfrutar.
Las Niñas Apalta 2012 (Valle de Colchagua, Chile; tinto con crianza, Cabernet Sauvignon, Carménère, Syrah y Merlot; Viña Las Niñas) se elabora con frutos provenientes de 9 hectáreas de viñedo de más de 10 años de edad plantado en un suelo de arena granítica en la superficie con subsuelo de arcilla de entre 1,5 y 2 metros de profundidad. Vendimia en cajas de 12 Kg, selección en mesa, y dos tipos de vinificación: la Cabernet es despalillada y vinificada al estilo bordelés, mientras que el resto de variedades son sometidas a maceración carbónica, y la fermentación tiene lugar con levaduras seleccionadas. Tras el ensamblaje, el vino tiene un crianza de 10 a 12 meses en barricas de roble francés con sus lías.
Se trata de un vino de color picota algo granatoso, con ribete granate, quizá algo apagado. La nariz es agradable, de buena intensidad, dando inicialmente a copa parada caramelo y toffee, que dejan paso luego a aromas de fruta sobre todo negra muy madura, puntas balsámicas y notas terrosas. En boca tiene una buena acidez, es fluido, frutal, sedoso, con un tanino muy dulce y pulido.
No estamos ante un vino que sea un prodigio de complejidad, profundidad o diferenciación, pero sí que es muy agradable, tanto para acompañar un menú completo, como para saborear una copa en buena compañía.