No sé si será la mejor novela de Juan Aparicio Belmonte, pero sin duda es en la que más cruel he podido ser con su personaje: un infortunado Andrés que no entiende muy bien de qué va lo que le rodea y del que además es imposible no reírse de su desgracia.
Desde la primera novela que leí de Juan, siempre he esperado el momento de la absurda desventura, del humor cínico e irónico, del personaje desubicado y de la genial ocurrencia.
Pues bien, me quedo satisfecha al encontrar lo que buscaba y llevarme aún así algún agradable hallazgo. Así, me río del desquiciante y desquiciado Andrés sin sentimiento de culpa, me uno a su familia en su encrucijada por condenar sus rarezas y sonrío como lectora al descubrir la cebolla a la que hay que apartarle la capa.
Y sí, os he mentido, sí que lo sé: es la mejor novela de Juan Aparicio Belmonte.