«Amigos, me retiro de las redes: ya no tengo ánimo para contestar nada» escribió Omar Borcard el martes pasado en su muro de Facebook. El anuncio obedece a la tristeza y frustración que aquejan a este ángel guardián del cine –o de la exhibición cinematográfica a oscuras y en pantalla grande– desde que el aislamiento anti-COVID19 lo obligó a cerrar la sala que montó en la localidad entrerriana de Villa Elisa.
Cine Paradiso se llama el recinto que el albañil de 66 años construyó solo, y dos veces, en su pueblo natal. La historia de esta proeza adquirió visibilidad nacional y mundial de la mano de este documental de Luz Ruciello que se estrenó en el Gaumont en enero de 2019, después de haber circulado por una buena cantidad de festivales.
Entre fines del año pasado y principios de 2020, Borcard renovó la pantalla, los pisos, el escenario, las paredes de su espacio. Parte de esta restauración fue posible gracias a donaciones de admiradores cosechados en el tiempo y a la colaboración de Netflix que, además de regalar una cámara de filmación y dinero para techar el ingreso a la sala, produjo este corto-homenaje que acompañó el estreno de Klaus.
Atento al Decreto Nº 128/2020 que la intendenta de Villa Elisa –Susana Lambert– firmó en sintonía con el decreto presidencial de necesidad y urgencia Nº 297/2020, Don Omar cerró las puertas de Cine Paradiso el 22 de marzo pasado. El aislamiento social, preventivo y obligatorio truncó los planes de celebrar el vigésimo aniversario de este refugio que sobrevivió a una demolición en los años ’90 y al aumento de tarifas de servicios públicos y precios durante la gestión macrista.
Borcard creyó vislumbrar una luz de esperanza en el Decreto Nº 236/2020 que Lambert rubricó a fines de mayo, y que autorizó a los sectores gastronómico y hotelero a reanudar la actividad comercial bajo un estricto protocolo. También se ilusionó con la leyenda «No se han registrado nuevos casos de COVID19 en nuestra ciudad» que la Municipalidad elisense emite semanalmente desde el 15 de julio.
Con estos datos en mente, Don Omar solicitó un permiso gubernamental para reabrir Cine Paradiso y presentó un protocolo afín al ahora distanciamiento social obligatorio. La habilitación de diez de sesenta butacas disponibles y la señalización de la distancia entre espectadores en la entrada y dentro del recinto encabezan el reglamento.
Cuando conversó con Espectadores en octubre pasado, el protagonista de Un cine en concreto sostuvo que en su pueblo nadie le da bolilla. «Consideran que el cine pasó de moda, que pueden mirar películas en la comodidad de sus casas… y además me discriminan por mi color político y porque Paradiso es una sala humilde», dijo. Luego explicó que el radicalismo ganó todas las elecciones en Villa Elisa.
Después de haber anunciado su retiro de las redes sociales, Borcard recibió incontables mensajes de apoyo vía Facebook y algunos contactos invitaron a firmar un petitorio solidario. Acaso alentado por este acompañamiento, el ángel guardián de la exhibición cinematográfica tradicional volvió a pronunciarse en Internet, esta vez con fotos y videos que simulan la reapertura de su querido tesoro.
Aunque Cine Paradiso se llama así en honor a la película que Giuseppe Tornatore filmó a fines de los ’80, vale imaginar que la única sala de cine de Villa Elisa constituye un paraíso para los vecinos que le escapan al consumo online o televisivo de películas, y un monumento al amor por el séptimo arte que sentimos una buena cantidad de mortales alrededor del mundo. A este público nos cuesta comprender por qué la intendenta Lambert ignora la solicitud de Don Omar cuando autorizó hace tres meses la reapertura de locales gastronómicos, hoteleros y, hace muy poco, turísticos.