Un año de blog espiando a las arañas

Por Y, Además, Mamá @yademasmama

No debo de ser la única que espía a las arañas. Está bien saberlo porque así me siento menos rara. Porque yo lo escribí aquí, pero alguien ha puesto en Google “espiar a las arañas”, buscando algún tipo de información que no alcanzo a entender. Y no es lo único raro que ha pasado con mi blog. Sí, hablo hoy de esas búsquedas extrañas que han parado en mi bitácora.

Hay gente que acude al famoso buscador buscando todo tipo de consuelo y también, por qué no, que le salve la vida. Como aquel que escribió “mi hija y yo no nos entendemos”, “cómo acallar el reloj biológico” o “qué escribir al comienzo de un álbum del bebé”. Esto último es ya de un poquito vagos, ¿o no? Mejor aún es el que pone “ya tengo mi bebé. qué fotos le hago”, como si hala, esto es parir y fotografiar. Me encanta esta otra madre que lanza al vacío la siguiente pregunta “¿Cómo lo pasasteis en el paritorio?“, así, a ver si alguien responde. A mí que no me pregunte, que yo prefiero ir a Port Aventura a divertirme que volver a enchufarme a la oxitocina.

Releyendo las búsquedas de Google descubres que somos muchas las madres desesperadas. Lo digo por la que escribe “con cinco años caca en la bañera” (pobre de ella como su hijo se lleve cagando todo ese tiempo, la de agua que habrá tirado en balde), “madre sin amigas” (pobre chica) o “cuando suegros cogen en brazos a mi bebé”. Supongo que a esta última no le hace ni pizca de gracia que los abuelos paternos cojan a su hijo y busca a alguna que esté en las mismas. Otra cosa es éste que pone “gracias suegra por darme el mejor regalo del mundo, su hija”. Nada que ver.

Hay quien pone sus principios en Google, buscando apoyo moral, -como quien escribió “no me gusta prestar ropa”- y quien pregunta absolutamente todo: “cómo se llaman las lorzas de los bebés”. No sabía que tuvieran un nombre, ¿quizá lorcitas? ¿mollitas? ¿salchichitas? Se me ocurren muchas.

Me desconcierta que alguien busque “ideas de diseños de tuits de primer año” (¿ein?) y ya ni te cuento aquel que escribe “metiendole un supocitorio ami hermana”, escrito tal cual. Uf, la de visitas raras que tengo por haber hablado de los famosos supositorios. Por cierto, si alguien quiere imágenes de “mamitis” que no me las pida a mí. ¿Para qué pone alguien “igmagenes d mamitis para perfil.d whtasarpp”?

La de cosas raras que verá el señor Google. Como quien pone “a qué conclusión llegamos con la lepra” (¿que es mala, quizá?) Pero para cosas extrañas, ésta: “cuál es el hueco en la entrepierna de las mujeres cuando no son vírgenes“. Toma ya. Marchando una lección de anatomía o mejor de todo, que esta persona no parece tener muchas luces.

Un año de blog

Y todo esto viene porque estoy nostálgica. Esta entrada del blog es la 150. Pero además de ser un número redondo, coincide con que esta semana cumplo también un año con el blog. Un primer aniversario con un proyecto personal que me absorbe por las noches y que me ha hecho ver el mundo con otros ojos. Un año en el que he invertido muchísimas horas frente al ordenador, pero que me ha enseñado más. Sobre maternidad, sobre otras visiones y opciones, y también sobre el mundo de las redes sociales, los blogs y la comunicación online, que no es poco. Quién sabe si me servirá para encaminarme por otros derroteros profesionales.

Ni qué decir que nada ha sido lo que me esperaba y que el blog ha superado, con mucho, mis expectativas. Si hasta me entrevistaron el verano pasado y llegué a dar en septiembre una charla sobre maternidad y blogs. Las cifras me impresionan: 75.000 visitas en este tiempo, más de 1.500 comentarios y lecturas de casi 100 países diferentes. Estoy sobrepasada por la buena acogida, y cada día me lo paso mejor compartiendo contenido en la página de facebook o por twitter.

Pero lo de menos son las visitas. La satisfacción de escribir este blog es poder haber ayudado a alguna madre con su dilema o, al menos, haberle sacado una sonrisa. Y, por supuesto, sigo riéndome contando nuestro día a día, como empecé haciendo con aquel primer post, pero también limpiándome una lagrimita con la manga del jersey cuando me toca ponerme tierna o emotiva, como aquí y aquí. Y eso es lo que cuenta para mí. Me emociona releer los primeros posts, esos que casi me sacan los colores, -porque anda que no he dado vueltas con los temas, la manera de expresarme o la imagen,- en los que revivo una parte de nuestra historia familiar.

Así que mil gracias. Porque cada comentario, cada visita, cada retuiteo y cada “me gusta” me han llevado hasta este punto. Un año ya, y qué año. Gracias.