Ha sido un año de mucha alegría, de mucha intensidad, de mucho amor. También ha sido un año de constante revisión de lo aprendido con Lola. La mayor dificultad que he encontrado durante este año es el tema logístico familiar. Llevar a Juan a una escuela infantil en un sitio y a Lola al cole en otro lugar diferente.
Empezamos esta nueva aventura de tener otro hijo, con mucha ilusión y mucho miedo. Reparar las heridas que se crearon cuando Lola nació. Todas las inseguridades propias de una madre y un padre primerizos. Los miedos generados por los dimes y diretes de la gente que hay alrededor. La depresión postparto que sufrí y que me costó superar.
Estoy contenta de tener al Sr. Juan entre nosotros. Y por supuesto de que Lola también forme parte de esto. Ahora mismo no me podría imaginar sin ellos. Es imposible imaginármelo. Cada día con ellos es una auténtica aventura.
El Sr. Juan tiene un movimiento brutal, como era su hermana a esa edad. Siendo hermanos que tan diferentes son. Una con sus rollos princesiles y el otro con su energía brutal de golpear todo. Pero los dos son observadores. Lola mal come y Juan se come todo lo que pilla.
Me encanta verles interaccionar. Un día Lola vino enfadada del colegio y se puso a gritar y llorar y Juan se acercó a ella gateando y se abrazaron y con el abrazo llego la calma. Y entonces mi marido y yo flipamos. Qué capacidad de entenderse. También sé que Lola lo ha pasado mal y lo pasa mal. Tiene momentos en los que le da una mangurrina que parece que no ha pasado porque intenta que no se nota, pero lo notamos. Y sabemos que necesita más atención y más cariño.
Con respecto a nosotros. Nos notamos más prácticos y menos preocupados. Aunque también tengo que decir, que me noto que necesito tiempo para mí. Con Lola, esa preocupación intensa en el día a día, no me dejaba reflexionar sobre lo que yo necesitaba. Ahora me doy cuenta de que es muy necesario mi tiempo conmigo misma y hacer otras cosas diferentes que cuidar a los niños.
Quiero seguir disfrutando de ellos, de Juan y Lola. De los momentos únicos que tenemos con ellos, de cómo evolucionan, de cómo se desarrollan y desenvuelven. Del amor que les damos y que nos dan. Y ser capaz de compaginar los ratos con ellos y los ratos conmigo misma. Porque me doy cuenta que necesito cuidarme a todos los niveles.
A por otro año más con Lola y Juan.