Al principio el largometraje resulta engañoso para quienes entendemos los primeros planos de la paciente Janet como indicios de protagonismo. En realidad, la mujer que encarna la camaleónica Imelda Staunton cumple con una doble función introductoria: por un lado conduce a Gerri (uno de los personajes principales); por otro lado anuncia la intención de analizar la delicada línea entre amargura y bienestar.
Quienes vieron Secretos y mentiras y Happy go lucky reconocerán en Un año más la hipótesis de la felicidad como una obra de a dos. La ilustran el matrimonio conformado por Tom y la mencionada Gerri (que cultivan su larga relación tal como su pequeña huerta) y la llegada de Katie a la vida de Joe. En cambio, la soledad de Mary, Ronnie y Ken la contrastan.
Sin dudas, Leigh se mantiene fiel a sí mismo, no sólo porque vuelve a abordar un tema que evidentemente lo inquieta sino porque lo hace con las herramientas de siempre: rigurosidad en la elaboración del guión (de ahí una puesta en escena absolutamente verosímil) y mucho tino con los actores (Jim Broadbent, Ruth Sheen, Lesley Manville, Peter Wight, David Bradley).
Dicho esto, Another year dista de ser un simple déjà vu cinematográfico. Además de tratar el tema de la felicidad, la película se asoma a la vejez y a la inminencia de la muerte. Quizás por eso el año que transitan los personajes no es, en contra de lo que sostiene el título, “uno más”.
Quizás en agosto próximo algunos espectadores se nieguen a reducir esta película a la mera condición de “otra” -o “una de tantas”- de Mike Leigh.