Los ánsares son aves muy tímidas y asustadizas, que en condiciones normales salen volando si una persona se acerca a menos de 100 metros de ellos. Ese comportamiento no es de extrañar, sobre todo si tenemos en cuenta que muchos de ellos son cazados todos los años. Incluso en algunas reservas naturales, como la de Villafáfila, donde pasan el invierno varios miles de Ánsares comunes (Anser anser) hay un cupo de caza legal para esta especie.
Desde el 9 de noviembre, que fue localizado por Manuel Quintana, un Ánsar piquicorto (Anser brachyrhichus) pasta tranquilamente en los jardines de los estanques del Parque de Isabel la Católica, en Xixón. Se trata de una especie mucho más escasa en nuestras latitudes que el Ánsar común, aunque desde hace unos años tiene una presencia regular, con alguna observación todos los años. El Ánsar piquicorto cría en Groenlandia y suele pasar el invierno en Gran Bretaña y en los Países Bajos, donde se concentran miles de estas aves, pero no es raro que alguna baje un poco más y llegue hasta la Península ibérica.
Lo que más sorprende de este animal, es que a pesar de tratarse de un ave salvaje no muestra temor alguno por el hombre. Se comporta con total naturalidad ante nuestra presencia, se alimenta, camina a nuestro lado y se acerca a nosotros a menos de un metro, como si se tratara de uno de los ánsares domésticos que abundan en este Parque urbano. Este comportamiento no tiene nada que ver con el de una pareja de la misma especie que estuvo el invierno pasado en el occidente de Asturies y que a pesar de pasar allí varias semanas, seguía permaneciendo alerta ante la presencia de cualquier ser humano.
Pero este comportamiento confiado de algunas aves salvajes no es nuevo. En este mismo Parque, en la primavera de 2012, un morito (Plegladis falcinellus) permaneció durante varias semanas en los parterres que rodean a los estanques sin inmutarse de la presencia de la gente, que incluso se agolpaba con cámaras de fotos para inmortalizar a este animal tan bonito. Al igual que en el caso del ánsar, se trataba de un animal salvaje que en condiciones normales huiría ante nuestra presencia.
Quizás podamos pensar que el caso del ánsar y del morito son casos aislados y excepcionales, y que se podría tratar de animales concretos que tienen un comportamiento anormalmente confiado. Pero lo cierto es que otras muchas especies que se muestran muy asustadizas en otros ambientes, son igualmente confiadas en los parques urbanos. En el mismo Parque de Isabel la Católica, cuando llega el otoño, muchas especies de anátidas como los porrones o los patos cuchara, llegan a los estanques para pasar la estación fría. En esos momentos es posible acercarse a ellos a pocos metros sin que se asusten. Pero curiosamente esas mismas aves, si se mueven a algún humedal cercano cambian su comportamiento y vuelven a comportarse con temor y prudencia. Es evidente que en el parque se sienten seguros y que los mismos humanos que son un peligro fuera del mismo, aquí son inofensivos.
La distancia que mantienen los animales con sus predadores potenciales se denomina "distancia de seguridad". A esa distancia que puede oscilar entre unos pocos metros y mas de cien, los animales se sienten seguros y huyen cuando esa distancia se reduce.
Distancia de seguridad en relación con la latitud para diferentes especies (Díaz et al., 2003)
En un estudio publicado recientemente por Mario Díaz y varios colaboradores, se demostró que dentro de las mismas especies la distancia de seguridad respecto al ser humano disminuía cuanto más al norte se encontraban y cuanto más urbanizados era el hábitat. Para ello analizaron 12495 datos de distancias de vuelo de 754 poblaciones de 159 especies de aves, que incluían desde pequeños paseriformes, a gaviotas, limícolas, córvidos y anátidas.Indice medio de abundancia de rapaces en relacióin con la latitud (Díaz et al., 2003)
La variable que explicó estos gradientes fue la abundancia de aves rapaces, que aumentaba a medida que viajábamos hacia el sur. También es evidente que la presencia de rapaces es mucho menor en ambientes muy humanizados, lo que es aprovechado por muchos paseriformes para nidificar, ya que se encuentran mucho más seguros.
Pero las aves no sólo son capaces de adecuar su distancia de seguridad según la abundancia de depredadores. Muchas veces mientras conducimos hemos visto a ratoneros (Buteo buteo), cernícalos (Falco tinnunculus) y otras especies de aves posados en los postes al lado de las carreteras. Y alguna vez nos hemos parado a verlas y en ese momento han volado asustadas. Resulta evidente que su distancia de seguridad varía según quien se acerque, pero un estudio publicado hace un mes por Pierre Legagneux y Simon Ducatez han encontrado un hecho sorprendente. Las aves aumentan su distancia de seguridad según el límite máximo de velocidad de las carreteras.
Distancia de seguridad (mediana, primero y tercer cuartiles) para cada límite de velocidad (Legagneux & Ducatez, 2013)
Pero lo más curioso es que las aves no respondían a la velocidad a la que circulaba cada coche, sino que respondían al límite de velocidad de cada tramo concreto. Estos investihadores redujeron la velocidad o la aumentaron sobre los límites permitidos y su comportamiento no variaba. Según Legagneux, "era como si pudieran leer las señales de tráfico, aunque evidentemente no lo hacen". Todo indicaba que las aves ajustaban su distancia de huida a los vehículos a la velocidad media de los mismos, lo que reducía el riesgo de colisión maximizando el tiempo dedicado a alimentarse en los arcenes de la carretera.
Pero aparte de la presencia de depredadores "naturales", un comentario recurrente entre los que nos gusta salir al campo, es que las aves y todos los animales en general, son mucho más asustadizos y mantienen una mayor distancia de seguridad con nosotros en España y otros países mediterráneos, que en otros países del norte de Europa o de América. Por ejemplo, cuando estuve en Escocia no se necesitaban potentes ópticas para hacer fotos de aves marinas en una colonia, ya que nos podíamos acercar a escasos metros sin que se inmutaran. Por el contrario, en las colonias de moñudos en las que trabajamos aquí eso sería impensable. Y lo mismo ocurre con otras especies de aves y mamíferos.
De alguna manera, estos animales no sólo responden a la presencia de depredadores naturales, sino que parece que son capaces de adecuar sus distancias de seguridad en relación con el comportamiento de la población humana del país que visitan. Sólo hace falta observar el comportamiento del hombre hacia las aves, por ejemplo en Gran Bretaña, donde la principal asociación ornitológica, la RSPB, tiene más de 1 millón de socios y donde es fácil encontrar comederos de aves o cajas nido en la mayoría de los jardines, con países como España o Italia, donde la mejor ave es la que está en la cazuela.
Referencias
-Díaz M, Möller AP, Flensted-Jensen E, Grim T, Ibañez-Alamo JD, Jokimäki J, Markó G & Tryjanovski P (2003) The geography of fear: a latitudinal gradient in anti-predator escape distance of birds across Europe. Plos ONE 0064634
- Legagneux P & Ducatez S (2003) Eurooean birds adjust their flight initiation distance to road speed limits. Biology Letters 9. doi: 10.1098/rspb.2013.0417.
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