Se trata claramente de un ejemplar de la subespecie U. aalge albionis, la que cría (o criaba) en la Península Ibérica, además del oeste de Europa y la parte más al sur de las Islas Británicas, mucho más escasa que la subespecie nominal. Esta subespecie se reconoce por su tono negro achocolatado. Se trata del primer arao que veo sedimentado desde la gran mortalidad del invierno de 2014, hace dos años, que produjo miles de bajas en las costas del Golfo de Vizcaya ( se puede ver un resumen aquí).
Este episodio supuso sin duda un duro golpe para las ya menguadas poblaciones de esta especie en las costas europeas, algunas de las cuales se han reducido a la mitad desde principios de este siglo.