Un asadito en Montevideo y el descubrimiento de la salmuera de ajos

Por Mfb67

Dedicada con especial cariño a sibaritastur y sus colegas de parrilladas…

Los ajos morados habían llegado a casa desde La Mancha hacía tiempo.
Repartí, regalé, busqué vampiros, hasta que me puse a buscar qué hacer con tanto ajo.
Mientras tanto viajé a Montevideo. Con la familia logramos organizar una fiesta de cumpleaños sorpresa para mi padre y me fui volando los últimos días de septiembre.
La fiesta salió fantástica, mi padre reaccionó con sincero asombro, bailamos tango gracias a Diego y bebimos vino argentino que estaba bien.

Los días pasaron rápido y como ya se sabe las horas gastronómicas en el Río de la Plata se suceden entorno de parrilladas en donde se asan carnes de todo tipo, preferentemente de vaca y achuras. Mollejas, riñones, chinchulines, chorizos y morcillas, dulces y saladas. En Montevideo hay una parrillita en cada esquina pero la favorita para mi es La Pulpería de Carlitos que es hincha de Peñarol mientras que los de mi familia somos todos de Nacional (explico esto porque el control de la parrilla por parte de Carlitos tiene que ser realmente bueno para superar el natural rechazo de hacerle negocio a un hincha del eterno rival).

Carlitos baila frente a su parrilla como Casillas defendie su portería (y que me perdone Valdés por esto). Arma el fuego como si fuera el juego, domina las intensidades del calor como para sacar una carne al punto al punto, es decir jugosa por dentro y crocante por fuera, una manteca.

Las achuras son otro tema bien delicado. Tienen que estar bien hechas, nada de puntos, pero no secas ni gomosas. Y dentro de tanto colesterol manejar el jugo de limón es un arte a tener en cuenta. Por eso cuando llegan las mollejas vienen en abundante jugo de limón que te hace sentir hasta que lo que estás comiendo es saludable, cosa que es real en cuanto a la felicidad que produce tal ingesta.


Mientras hacíamos barra y picábamos manjares dignos de aquellas latitudes, asados seguramente a fuego de Coronilla, detecté una botella llenita de dientes de ajos. Qué es eso pregunté. Salmuera de ajos me contestó Silvia mientras trajinaba con los platos de arriba para abajo. Y para qué la usan, pregunté. Carlitos solo se la pone a los riñones. Aquel descubrimiento que en si fue glorioso, un punto de sofisticación a la salmuera de toda la vida para sasonar los asados, fue también una solución notable para que el alijo de ajos morados, naturales y manchegos que reinan en la cocina de mi hogar, no terminaran huecos y secos, inútiles.

El encuentro familiar en La Pulpería de Carlitos terminó en la gloria con una dosis generosa de flan con dulce de leche que nos entregó, mimoso, a los brazos de morfeo.

Por lo que tiene que ver con la salmuera de ajos, la hice. Perfumé un parte de la casa con aromas de limón y laurel y Claudio se lució con una espalda de cordero a la salmuera de ajos que te c…, de chuparte los dedos.

Receta:
todo el ajo que quieras, pelado, cortado los dientes por la mitad para quitarles el brote que puedan tener. No fue mi caso.
El zumo de dos limones, medio litro de agua, hojas de laurel, una cucharada sopera de sal gorda y una cucharada sopera de pimienta negra en grano.
Cocción:
se pone a fuego lento el agua y el zumo de limón. Se agregan la sal, la pimienta y el laurel. Cuando hierve se agregan los ajos. Se cocinan tres minutos et voilà.

Estoy emocionada…

Fuente: Observatorio de vino
Un asadito en Montevideo y el descubrimiento de la salmuera de ajos