“Sé que ese recuerdo me va a acompañar el resto de mi vida. Daría todo lo que fuera a cambio de que mi madre estuviera viva. Lo que ocurrió dio un giro de 180 grados a mi vida. Fue como si una roca hubiera caído sobre mi cabeza y una semana después despertara y tuviera que volver a comenzar con mi vida y sobreponerme a todo como si nada hubiera ocurrido. Nunca entenderé lo que pasó ni la razón por la cual pasó”Después de tan terrible tragedia, la abuela vio en el fútbol una posible solución, una vía de escape. Jerzy Brzeczek, el tío, jugador profesional y capitán de la selección polaca en aquella época (hoy retirado), convenció a Jakub para volver a jugar fútbol y regresar a las filas del equipo Rakow Czestochowa un año después de perder a su madre.
22 hombres detrás de un balón, uno de ellos Kuba, quizás sea hora de tumbar ese mito, sin eso que algunos llaman dar patadas a un balón, a lo mejor ese joven no habría vuelto a sonreír. No habría vuelto a vivir.