Tumbada boca abajo, desnuda desde la cintura, además del suelo me veo las manos colgando a los lados de la camilla. Siempre había pensado que tenía unas manos feas pero desde esta perspectiva hasta parecen estilosas. No sé, a lo mejor es la edad.
-¡MÍIIIIGUELLL! ¿A LA SEÑORA DEL BOX DEL MEDIO QUE LE FALTA?
Esa soy yo. La señora del box del medio que ha entrado hace un rato pareciendo una grulla: dos patitas y el cuello en un posición imposible.
Me ha recibido "La Vero" con su impecable conjunto morado de recepcionista de clínica de rehabilitación, aunque esto se parece más al decorado de una serie de televisión. Están de obras y está mucho mejor que hace seis meses pero sigue dando una sensación de provisionalidad, de escaparate, muy chocante.
Probablemente, si no me doliera el cuello como para arrancármelo y fuera capaz de levantar la mirada más allá de las puntas de mis zapatos me importaría algo el ambiente, pero soy puro dolor y lo único que quiero es que "El Miguel" o "Elborch" (El Borja en su jerga) me metan mano hasta el píloro y me curen.
- Pero cuerpo, ¿cómo te has hecho esto? - me ha preguntado Elborch nada más verme. - Abriendo un bote de mermelada de melocotón. - he contestado con un hilo de voz. - Vamos, vamos, vamos...estás como una piedra. No te puedo tocar así, voy a ponerte corrientes.
Y aquí estoy. Sintiendo calambrazos en el cuello, mirándome las manos y viendo a Stalin en el suelo. Se supone que cuando vas a que te relajen los músculos, habrá un ambiente tranquilo, todo será blanco, calmo y sonará una música de fondo que adormezca.
Cualquier parecido con esa imagen idílica es pura coincidencia. Las paredes son azulonas, algunas son amarillas y hay un montón de plantas artificiales color verde loro colgando del techo. De fondo, bueno, no tan de fondo y en el rato que llevo con las "corrientes" he escuchado ya a Rihanna, Shakira, Fito y algún otro grupo para mi completamente desconocido. A pesar del volumen de discoteca de la música, lo más impresionante son las conversaciones.
- Pero cariño, ¿Qué cara tienes hoy? Eso es que ayer no te acostaste hasta que acabó Gran Hermano Vip. - ¡Qué no, coño! Me acosté cuando dijeron que ganaba la Esteban que era la que quería que ganara yo. - ¿Ganó la Esteban? ¡Qué me dices? - ¡Pues claro! Se sabía desde el primer momento. Pero es más buena, lo ha dado todo, todo el premio a cosas buenas. - ¿Cosas buenas? ¿A drogas y alcohol?- Ay Míguel como eres. Y me estás haciendo daño en la rodilla. - No te voy a hacer daño, cariño sino te estás quieta. - Pues la Esteban lo ha dado a organizaciones de esas que hacen cosas buenas, pero ella no quería decirlo y tuvo que forzarla el presentador. - ¿Y la Hormigos?- Bueno, bueno, bueno... se le quedó una cara. Claro que yo no entiendo al marido. Porque se puede ser liberal pero que tu mujer haga guarrerías pues no. - A ver, Chari, cada uno hace las guarrerías que quiere. - Bueno sí, ¡pero qué no las mande! - Chari, haz guarrerías y me las mandas a mi.
Vuelvo a Stalin. Me concentro en otra cosa.
- ¿Viste el partido?- ¡No lo voy a ver! Pues claro. Pero te digo una cosa a mi ese chaval no me gusta. - Juega bien.- Juega bien pero le falta garra. Y sin garra no se va a ninguna parte. - Eso es verdad. Por cierto ¿a qué no sabes cuánto le mide el contorno de brazo al Borch?- ¿A ese?- ¿Cómo que a ese? ¡Qué os estoy oyendo!
Y yo también.- pienso mientras me miro las manitas.
- ¿Cuánto le mide el brazo? Pues ni idea pero está mazas. - ¡31 cm en reposo! - ¿en reposo el brazo?- Jajajaja, lo otro me mide más.
Stalin de mis amores y de mi corazón.
- ¡Angelines! ¡Ya era hora de que volvieras! ¿Te has echado un novio y por eso no vienes a verme?- Ay Borja que ladrón eres. ¿Cómo me voy a echar un novio con la edad que tengo?- Pero Angelines si tú has tenido que ser un pibón de joven. ¿Cuando me vas a traer una foto?- ¡Que no tengo fotos de cuando era joven!- No vas a tener, no vas a tener. Lo que pasa es que no me las quieres enseñar. Y a bailar, ¿cuando vamos? - ¿A bailar? Pero si no me puedo subir el camisón y ya me han infiltrado tres veces. - A bailar agarrao, tú y yo. - ¡Ay qué chico este!
Oigo la cortina abrirse, veo las zapatillas amarillo fosforito del 31 cm en reposo y la misma voz que quería ir a bailar con Angelines me dice:
- Venga cuerpazo, que me pongo contigo.
Masaje de las manazas de ElBorch y baño de realidad por el mismo precio.
Todavía estoy en shock.