Ahora sin prisas comenzamos a bajar y tenemos tiempo de admirar las cárcavas que jalonan el barranco a izquierda y derecha. Algunas resultan espectaculares.
La bajada también muestra una bonita perspectiva de la Sierra de Concha y del Pico del Ocejón. Ha sido una ruta corta y complicada por lo empinado del cauce, sobre todo en su tramo final. Pero ha resultado un regalo para los sentidos que hemos disfrutado intensamente y en soledad. ¿Se puede pedir más?
Lar-ami
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