Desde que abrí este pequeño rincón personal que habla de marketing, redes sociales, tecnología, marca, publicidad y mil y una cosas que cruzan mi cabeza a diario siempre he tenido un par de neuronas dedicadas al blog. Todo fluía y era natural. A veces hasta excitante, pues de cada cosa que veía en la tele o me pasaba en el trabajo, mi mente lo interpretaba en "modo blog", y terminaba haciendo una entrada.
Pero ya no es así. ¿Acaso me he desenamorado del concepto? Es cierto que llevo casi 3.000 posts a lo largo de estos 9 años de existencia de El blog del Marketing. A lo largo de esos años he escrito casi de todo, compartido moméntos mágicos con mis amigos de El reto blogger y he tenido más de 2 millones de páginas vistas.
Y todo lo he hecho "con estas manitas". Solo investigando y probando las cosas he conseguido llegar hasta aquí. Me busqué la vida con el dominio, con la configuración inicial, con el diseño, los widgets, el posicionamiento SEO e incluso con la monetización de artículos patrocinados en los últimos dos o tres años, en los que pensé que ya que tenía cierta relevancia, podría sacar algún beneficio más allá de la satisfacción personal.
Y es cierto que me siento orgulloso de todo el trabajo hecho hasta ahora, pero llevo meses sintiendo que la mochila lleva demasiadas cosas y que no encuentro la motivación para seguir escribiendo, o al menos no lo hago con la frescura y frecuencia que lo hacía antes. Y eso tiene consecuencias. Si no escribes, tu número de visitas baja drásticamente (no generas interés y tampoco comentarios).
Siento que mis post ya no son compartidos en Facebook o en Twitter como lo eran antes. En realidad lo que está pasando es que todo está decelerando. Voy cuesta abajo. La pendiente no es grande, pero si constante. Si esto ocurre, Google te penaliza en su posicionamiento, lo que lleva a que te llegan más visitas... y todo esto es un círculo vicioso que está a punto de acabar con El blog del Marketing.
Pero no me estoy rindiendo. No soy de rendirme. Esto no es una carta de despedida, sino una petición de auxilio. Una reflexión en alto. ¿Qué hago? ¿Qué puedo cambiar para volver a sentir que mis neuronas vuelven a pensar en "modo-blog" y todo vuelve a salir naturalmente de mis dedos cuando me seinto delante del portátil? Entre el trabajo, el running, la familia y ahora las series, estoy dejando al blog en las últimas posiciones de mi lista de prioridades (si me ciño a las 24 horas que tiene el día, y asumiendo que he de dormir 6 o 7, claro está)