Cuando como parte de mi actividad docente en materia de tecnología y transformación digital hablo a mis alumnos de RPA (Robotic Process Automation), una de las primeras ideas que les transmito, para aquellos en que el curso supone el primer contacto con RPA, es que los robots de RPA no tienen nada que ver ni con los robots de ciencia ficción ni con los robots industriales: se trata de software, puro software. Creo que es bueno deshacer posibles malos entendidos desde el primer momento.
A veces también he pensado si el nombre 'Robotic Process Automation' es una elección afortunada para este tipo de soluciones. Desde un punto de vista mediático y de marketing, no me cabe duda de que es un nombre atractivo y bien pensado. Desde el punto de vista técnico y del rigor creo que con frecuencia llama a engaño y a deducciones erróneas por lo que asociamos a la palabra 'robot' y más aún si a eso añadimos los sobreentendidos que se asocian imprudentemente a la inteligencia artificial (que también acompaña, aunque menos de lo que nos imaginamos, a RPA).
Sin embargo, algo sí que tienen de robots, los bots RPA. Al fin y al cabo, son ingenios artificiales capaces de realizar de forma automatizada y con cierta autonomía labores en otro caso llevadas a cabo por seres humanos. Así que si, el nombre de 'robot', aunque quizá un poco pomposo y sujeto a malas interpretaciones, puede ser adecuado para esos módulos software que creamos con RPA.
Leyendo 'La industria 4.0 en la sociedad digital' de Antoni Garrell y Llorenç Guilera, y al llegar al apartado en que nos describen los diferentes tipos de robots industriales, se me ha venido a la mente un interesante paralelismo entre los robots industriales y los robots RPA.
Aunque existen particularidades, no creo que ese paralelismo entre los robots software y los industriales sea casual. Independientemente de su realidad física o no, ambos están pensados para realizar trabajos propios de las personas. En ambos casos parece natural que se encuentren con la doble situación de tareas completamente automatizables y tareas en que aún se precisa el juicio humano o la capacidad de adaptación y respuesta a lo imprevisto propio de las personas. En ambos casos parece lógico pues, que existan robots que 'funcionan solos' y robots que colaboran con personas, ayudándolas en su trabajo.
Es un paralelismo interesante, casi bonito.
En realidad, es que la tecnología bien entendida es hermosa.