Mi impresión personal es la de que no hay grandes sorpresas: está, más o menos, todo lo esperado, todo aquello con lo que se había venido especulando puntualmente, a medida que los estrenos iban arribando a las pantallas y poniendo sus cartas boca arriba, aunque siempre habrá quién, desde un conocimiento profundo del panorama cinematográfico español del pasado 2010 —o sea, habiendo visto un porcentaje cuantioso de los films estrenados—, podrá poner sobre el tapete alguna crítica puntual: esa película, intérprete o integrante de equipo técnico y/o artístico al que se echa en falta, o bien, a la inversa, el (o la) que se ha colado inopinadamente en el cuarteto de los agraciados.
No es ahí, pues, donde puedo encontrar algún motivo de queja, protesta o disconformidad. Pero sí en una cuestión muy concreta, y que les expongo a continuación: lo que a este humilde escribiente le chirría enormemente —aunque no se trate de una circunstancia nueva, sí que se ha agudizado brutalmente en esta edición— es el hecho de que personas que ostentan cargos de responsabilidad en la entidad que organiza los premios (y no en posiciones menores, sino nada menos que la presidencia y la vicepresidencia), opten a los mismos (y, además, en un volumen considerable) con sus últimas creaciones. Es el caso de Álex de la Iglesia e Iciar Bollaín.
No se trata de algo que afecte a la valoración que, desde el punto de vista de sus bondades cinematográficas, puedan presentar sus films: tengo por seguro que tanto “Balada triste de trompeta” (que aún no he visto) como “También la lluvia" (que sí), ostentan méritos más que sobrados, en el contexto en que se enmarcan sus nominaciones, para poder optar a las mismas. Pero no me negarán que, desde el punto de vista “estético”, no resulta muy ejemplarizante el hecho; y que, quizá, sería positivo (no ya de cara a esta edición, que se habrá de solventar con las reglas previamente establecidas, pero sí para lo sucesivo) que las reglas bajo las que se conceden los Goya, no dieran pie a que el mismo se pudiera repetir: es una pauta habitual que las claúsulas que rigen la concesión de premios en cualquier ámbito excluya la posibilidad de que accedan a los mismos aquellos que los conceden (o sus familiares directos). Algo así debería regir también en este ámbito. O, al menos, a mí así me lo parece.
* APUNTE DEL DÍA: como ya señalaba, ví hace unos días "También la lluvia", de Iciar Bollaín, y me decepcionó un poco. Esperaba más, algo más...
* Grageas de cine LXXVI.-