Un bronce que sabe a poco

Publicado el 23 septiembre 2013 por Aposilio @aposilio

Una España muy disminuida por las importantes ausencias y la falta de solvencia del seleccionador limitaban enormemente las posibilidades de lograr el tercer Europeo de baloncesto consecutivo


Fuente:teinteresa.es

Elijan cualquier equipo del mundo del deporte que sea y quítenle a sus tres mejores jugadores ¿A que ese conjunto tendría muy pocas posibilidades de quedar campeón de una competición de prestigio? Pues eso es lo que le ha pasado a la selección española de baloncesto en el Campeonato de Europa que se acaba de disputar en Eslovenia. Se quiera o no, y por mucho que se busquen otras escusas, las ausencia de Pau Gasol, Juan Carlos Navarro y Serge Ibaka ha resultado decisiva en el hecho de que el combinado nacional no se haya colgado por tercera vez consecutiva la medalla de oro en un Europeo, circunstancia que solo han sido capaces de lograr las dos grandes potencias históricas del baloncesto continental: URSS y Yugoslavia. Con esas tres piezas en cancha, más la añadida de Felipe Reyes, la diferencia habría sido tan abismal a favor de la Roja, que ningún otro equipo podría haber hecho sombra a la España de Juan Antonio Orenga, ni si quiera la nueva campeona, pues en la Francia de Parker,  las ausencias de jugadores de la NBA no alcanzaron el nivel de trascendencia que tenían en el combinado español .Pero las cosas son como son y siempre hay que contar con los imponderables. El mayor de los Gasol y La bomba están muy castigados físicamente y necesitan recuperarse de sus lesiones para afrontar sus últimos años como profesionales, mientras que a Ibaka, Oklahoma le paga mucho dinero como para arriesgarse en una competición tan lejana a los Estados Unidos. Seguramente, y salvo imprevistos, los tres volverán a vestir la zamarra nacional el año que viene en el Mundial que se celebrará en España, y las posibilidades de volver a verles en la final haciéndoselas pasar canutas a los estadounidenses de la NBA serán infinitas. Además, no se puede criticar sus decisiones porque entran dentro de la lógica profesional y la sensatez. En el caso de los dos jugadores catalanes, forzar su recuperación hubiera puesto en peligro el final de sus carreras profesionales. En el del congoleño, se entienden las presiones de un club que no gana nada con la presencia de uno de sus jugadores franquicia en una competición que ni le va ni le viene. 

Fuente:canariashoy.es


Y a pesar de las ausencias, España ha estado cerca de volver a subir a lo más alto del podio, pues no se ha visto a ninguna selección muy superior. Pero para que eso hubiera ocurrido, el combinado de Orenga tenía que haberse mostrado bastante más sólido, pues ha caído en los cuatro encuentros en los que el rival aguantó entero durante los 40 minutos. En todos los choques en los que llegaron apurados a los minutos finales, el aro se les hizo pequeño y cedieron el triunfo al enemigo. Y esta decisiva carencia para saber qué hacer en los momentos de la verdad obedece, desde mi modesta opinión, precisamente a la ausencia de los líderes en pista del equipo. ¿O alguien duda de quién se hubiera jugado los balones decisivos en los últimos segundos en caso de la presencia de los ausentes? Se quiera o no, España carecía de los líderes espirituales de este equipo que ha hecho historia en el baloncesto mundial. Y a pesar de que en sus declaraciones insistían en que habían asumido las bajas, en la cancha se ha comprobado que los echaron de menos. Se sabían vulnerables y ni Rudy hizo olvidar a Navarro, ni Marc, a su hermano. Y eso que los dos han protagonizado un buen Europeo, pero no han podido marcar las diferencias que se hubieran vivido con sus compañeros en pista. Es más, la ausencia de sus mayores les ha hecho más vulnerables de lo que realmente son, pues el recuerdo de los ausentes siempre estuvo presente.
Esta debilidad en los minutos de la verdad podría haberse minimizado con la sapiencia y clarividencia de un seleccionador contrastado, pero no ha sido el caso. Orenga, una gran persona y un esforzado profesional, no ha sabido convencer a sus pupilos de sus verdaderas posibilidades, ni ha sabido diseñar las estrategias necesarias para culminar con éxito los momentos clave. Ha dado la sensación de que ha sucumbido ante la fácil decisión de dejarles hacer a jugadores de talento como Rudy, Marc, Calderón, Ricky o Sergio Rodríguez, sin un trabajo previo que siempre aclara las dudas. En las derrotas ante Eslovenia, Grecia e Italia, las consecuencias fueron mínimas. Ante la Francia de Parker, la falta de un ideario preciso que hubiera definido la graduación de los encargados de jugársela les alejó de la hazaña. Con Pau, Navarro e Ibaka, las jerarquías estaban claras. En esta ocasión no se puede echar la culpa al empedrado. Hay que cargarlas exclusivamente sobre las limitaciones de esta selección, en la que hombres como Llull (salvo ante Francia), Claver, Mumbrú o San Emeterio no aportaronn ni un tercio de lo que suman en sus equipos, y en la que no hubo ningún Cid capaz de superar el muro físico que impusieron los galos sobre su zona en el ocaso de la batalla.

Fuente:larazon.es

España no se vistió de color dorado porque no se puede ser campeón siempre. Esta escuadra había acostumbrado a los españoles a los éxitos absolutos, porque también se deben considerar así las derrotas en las dos finales de los Juegos Olímpicos antes los dioses de la NBA. Pero en los campeonatos a los que no acudió Pau Gasol y algún otro español que despliega sus andanzas por las canchas estadounidenses, este equipo fue incapaz de subirse al podio. Y esta vez hay que conformarse con un bronce que sabe a poco. Pero no se puede renegar de la mejor selección española de baloncesto de la historia de España (ha ganado medalla en ocho de las once últimas grandes competiciones en las que ha participado). Difícilmente se volverá a disfrutar en este país de las excelencias del deporte de la canasta y de los éxitos que ha protagonizado esta generación de estrellas. Esperemos que en el Mundial de España del 2014 infundan nuevas esperanzas y cierren con broche de oro un ciclo irrepetible. Porque seguro que cuando pase el tiempo, se les echará de menos. Porque los hombres que capitanean Pau Gasol y Juan Carlos Navarro serán leyenda.