Un buen tipo, ese Danny, y excelente su arroz con gambas.

Publicado el 15 junio 2010 por Cosechadel66

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En los años 70, el mejor restaurante chino de Los Ángeles no era ningún local abierto al público, sino la casa de un particular, el actor Danny Kaye. Y no lo decia cualquiera. La afirmación procede de Paul Bocuse, uno de los grandes Chefs de la historia. Es como si el amigo Adriá comenta que en mi casa se toma la mejor tortilla española de Madrid.

Pero lo mejor de aquella casa, con todo, no debía ser la comida, sino la conversación con Danny. Para quien se haya criado con las Televisiones Privadas, puede que su nombre no le suene demasiado. Sin embargo, para la gente de mi cosecha y alrededores, Kaye era ese tipo tan gracioso que aparecía muchas tardes de sábado, después de Heidi, y hacia muecas mientras hablaba a toda velocidad delante de nosotros,  haciendo que fuera casi imposible no esbozar una sonrisa. Con la llegada de las otras televisiones, la guerra de audiencias relegaron a estas películas a horarios donde tan sólo los ya rendidos a su encanto hacian esfuerzos para verla.

Y es que Danny Kaye fue muchas cosas en su vida, desde su nacimiento como Daniel David Kaminski en Nueva York, en 1913, hasta aquellas sobremesas de comida china en su casa de Los Ángeles. Fue cantante y bailarín, el típico intérprete todo terreno de Broadway, especialmente dotado para la parodia musical, pero capaz de cualquier registro. Fue un director de orquesta más que apreciable, hasta el punto de poder actuar con orquestas de primer nivel al lado de por ejemplo, Zubin Mheta. Fue dueño de un equipo de Beisbol, los Mariners de Seattle. Ayudante de dentista, lo que luego le hizo interesarse por la cirugía, llegando incluso a pedir permiso innumerables veces para asistir in situ a operaciones quirúrgicas. Fue una estrella de la TV, con su propio show durante la década de los 60. Fue piloto de aviación, pero no sólo de avionetas, su nivel le permitía pilotar un 747. Y por supuesto, fue cómico, en la más ajustada acepción de la palabra. Porque en todas esas actividades, siempre sabia dar ese toque de humor, añadir una sonrisa a cualquier actividad que se propusiera. Se hizo famoso en Broadway, cantando una canción cuya letra era un sucesión de nombres de compositores rusos, a una velocidad endiablada, lo que terminaría por convertirse en uno de sus sketchs más representativos aplicado a una gran variedad de situaciones. Fue un cómico formidable. En Inglaterra consiguió ser el primer actor al que la familia real prefería ver desde el patio de butacas que desde su palco.

Pero por encima de todo, lo que parece que fue Danny Kaye es Buena Gente, con mayúsculas. Un buen tipo. Fue la primera personalidad nombrada embajador de la Unicef, y en su representación, recibió el Premio Nobel en 1965, llegando a volar entre 65 ciudades en cinco días en una campaña de recogida de fondos. Participó en numerosas causas benéficas, consiguiendo un segundo Oscar por esa labor en 1982 (el primero lo recibió por su actuación en “Las cinco monedas”, en 1959), asi como la Legión Francesa y la Medalla del Congreso estadounidense.

Y era amigo de sus amigos. Durante una estancia en Las Vegas, Vic Schoen tuvo un accidente de coche, e inmediatamente Kaye llevó su avión hasta la ciudad del Nevada para transportar a su amigo e Los Ángeles y procurarle la mejor atención posible. Asi que no debían estar mal las sobremesas de su “restaurante” chino.

Y encima , hacia un excelente arroz con gambas.

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