Un Café

Publicado el 01 febrero 2014 por Rubén Rubén García Codosero @RCodosero

Siempre he sentido una envidia sana por los camareros de las cafeterías. Quizás desde niño se quedó impregnado en mí  ese ritual armónico y casi celestial de ver servir un café con leche bien caliente.

El camarero una vez que ha registrado en su cerebro nuestra petición de un café con leche, se pone en marcha como accionado por un resorte;  empieza el ritual:

Primero se gira sobre sus talones con una seguridad tal, que nadie puede darse por ofendido porque nos dé la espalda.

Con un movimiento de brazo milimétrico, como estudiado y ensayado en las mejores academias de ballet ruso, extrae de la máquina de café, la parte metálica que lleva la dosis de café.

Con unos golpes rítmicos y acompasados dignos de un director de orquesta filarmónica, golpea la parte metálica en el cajón que recoge los restos del café. A nadie parece molestarle esos golpes, más bien forman parte de cualquier cafetería que se precie, es en parte ese latido de corazón, ese fragmento del alma que nos recuerda que estamos en buenas manos y que lo que nos van a ofrecer merece la pena ser pagado y disfrutado.

Después acto seguido coge una taza de una hilera, donde la simetría y la colocación de las mismas parecen realizadas por un paisajista de alguna casa real o por algún coleccionista de detalles. El camarero acciona los mandos y un silbido de vapor como el de las viejas máquinas de tren, nos devuelve a otras épocas. Por decirlo de algún modo, nos encierra en una burbuja dentro de la cafetería y nos devuelve a nuestra vida y nuestro tiempo. Los problemas ya no los recordamos, se quedan en la puerta esperando en la calle a que salgamos. Por lo tanto una vez que somos dueños de nuestro tiempo y nuestra vida, nos sirven el café en taza y su plato de porcelana. No recordamos el plástico ni los vestigios de la industrialización, nuestros labios besaran la delicada porcelana y la reconfortante bebida  elaborada por un maestro del noble arte del café con leche, formará parte de nosotros.  Disfrutemos de los pequeños placeres, ellos son parte de nuestra vida.

@by  Rubén García Codosero