Un campeón raro

Publicado el 13 junio 2011 por Marianofusco


La definición del Torneo Clausura 2011 fue una de las más extrañas de los últimos tiempos. Ya estábamos acostumbrados a que uno se consagre campeón frente a su hinchada (ya sea en su cancha o en la de su rival), inmediatamente después de jugar, y sin que un evento importante opaque la obtención del título. Ayer sucedieron las tres cosas juntas.
Vélez jugó su partido contra Huracán en el Palacio Ducó (ironías del destino, otra vez se consagraron contra el Globo) a puertas cerradas para ambas hinchadas gracias a/por culpa de los incidentes en aquel partido contra Estudiantes. Los dirigidos por Ricardo Gareca fueron claros dominadores del partido, pero fallaban en la puntada final. Hasta que en el minuto 51’, Santiago Silva, el uruguayo que, por sus festejos (con la complicidad de “Maxi” Moralez y “Burrito” Martínez –así como antes, en Banfield, tuvo de socio a Santiago Fernández-), parece salido de las inferiores del Stjarnan de Islandia (aquel equipo que fue furor en Youtube por sus originales celebraciones) aprovechó que Gastón Monzón salió mal en el corner, y de cabeza empezó a modelar la victoria velezana. Sobre el final, David Ramírez, uno de los super suplentes de los de Liniers (el otro es el talentoso Ricardo Álvarez), definió el pleito con un penal. Tras ello, se mantuvieron expectantes con lo que iba a suceder en Lanús, dos horas después de que Juan Pablo Pompei diese el pitazo final.
En el partido entre el “Grana” y Argentinos hubo un dominio leve del local, pero por culpa del arquero Ojeda (era casi un muy buen augurio para los velezanos el hecho de que él nunca perdió bajo los tres palos de los de La Paternal), y de Nicolás Blandi (tibia reacción la del arquero Marchesín), se quedaron sin nada, pero con la frente bien alta, y el convencimiento de que su segundo título doméstico está a punto de llegar.
Y por último, cabe destacar que, mientras que Barovero, de los arqueros más subvalorados del país (y con un perfil bajísimo), la muralla conformada por Tobio, Domínguez, Cubero y Papa, el buen toque de Augusto, Razzotti, Zapata, Ricky Álvarez y Ramírez, la potencia goleadora de Moralez, Martínez y Silva, y el gran responsable de todo esto, Ricardo Gareca, estaban saliendo al campo de juego del José Amalfitani para celebrar su noveno título, Martín Palermo estaba siendo despedido en La Bombonera. La tapa de Olé, lo dijo todo. Una lástima que esos tres factores subdimensionen este título de un gran equipo, que fue un justo y merecido campeón.