Un cántico nuevo (Salmo 149,1)

Por Campblog
Querido Amigo:
El pueblo de Dios sabe que está llamado a la gloria y a la alegría. El será instrumento de la justicia de Dios. Dios se sirve de sus pobres, del pueblo de los humildes, reunidos por Cristo para juzgar al mundo y darle la salvación. "Yo cantare al Señor un cántico nuevo, aunque ahora todo se nuble alrededor, aunque los problemas hoy apaguen mi voz, aunque la injusticia me intente esclavizar, me levantaré y cantaré más en el nombre de mi Señor".
Con el salmo 149 Israel cantaba la especial protección de Dios para con su pueblo y las victorias de Yahvé frente a los enemigos. Este salmo, recitado en el domingo, a nosotros, nuevo Israel de Dios, nos invita también a cantar al Señor que ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes
1¡Aleluya!
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;

Que un pueblo compuesto de «humildes» sea invitado a cantar puede parecer un sarcasmo a los sabios y ricos de este mundo. Cuando se advierte que la pobreza bíblica tiene la hondura de quien lo espera todo de Dios, es lícito entonar un cántico nuevo. Son los pobres cuya situación bienaventurada se constata y se proclama en los Evangelios, los mismos por quienes Jesús, lleno de gozo, bendijo al Padre, que «manifestó estas cosas a los pequeños» (Lc 10,21ss). Nosotros tenemos el conocimiento íntimo de quién es Jesús, a quien le fue dado todo el día primero. Expresión reconocida del conocimiento que se nos ha dado es el cántico nuevo que ahora entonamos.
Impulsores de un cántico nuevo: Nadie puede arrebatarnos el derecho a la alegría, a la fiesta. Somos comunidad guerrera en el Pueblo de Dios, intérpretes de sus luchas y victorias. Cristo en medio de su Pueblo es fuerza incitante y aglutinante. Quisieron borrar su nombre de la tierra, arrasar a su Iglesia, exterminar la fe en Él. Y siglo tras siglo su figura se engrandece y su presencia resulta más alentadora. Nuestro proyecto de vida dramatiza en la Iglesia la victoria del Reino de Dios. La humildad, la pobreza, el despojo que nos hace solidarios de los humillados, pobres y despojados, son los medios estratégicos de Dios para conseguir su victoria.
Yo cantaré al Señor un cántico nuevo, porque Dios es fiel a su compromiso. Pero Dios puede estar como estuvo en la barca de Pedro, es decir, dormido (Mt 8, 23ss). Pedro trató de luchar solo contra la tempestad. Y cuando estuvo en el colmo de la angustia se acordó que estaba el Señor y lo despertó. A nosotros nos pasa así también: nos olvidamos que Él está, dejamos que se quede dormido. Queremos luchar solos y recién cuando estamos muy desesperados nos acordamos del pasajero que es el más importante.
Yo cantaré al Señor, porque Dios es un Dios de la vida. Está presente permanentemente en nuestra vida. Y sobre todo está presente cuando más lo necesitamos: en medio de las tormentas. Sólo que en estos momentos es más difícil creer en su presencia, tal como les pasó a los apóstoles en medio del lago.
Porque la fe no es aceptar artículos de fe: es creer en una persona, es creer en Jesucristo, es confiar en Él, es confiarse a Él. La fe es un acto personal, entre persona y persona, entre hombre y Dios. Es un acto de confianza, de entrega, de seguimiento total y sin límites.
Y, por eso, el sentido de las tormentas en nuestra vida es: probar nuestra fe en una situación extrema; acercarnos más a Dios y poner en Él toda nuestra confianza. Aunque la tormenta mi fe haga temblar, me levantaré y cantaré más en el nombre de mi Señor.
Urge dejar que la victoria de Cristo se marque en nuestra carne; que nuestro canto no sea un cántico viejo, sino nuevo, con la novedad de Cristo Resucitado.
Con Inmenso Afecto, Tu Amigo Daniel Espinoza