El Jesuita Ramón Ruiz-Sánchez es enviado por la ONU como biólogo al planeta Litia, junto a un equipo de científicos, con el fin de realizar un informe de exploración del planeta y a las formas de vida existentes. Allí, el padre Ramón conocerá a los litianos, que con su utópica civilización pondrán en jaque su ciencia frente a su férrea moral cristiana y lo obligarán a decidirse por una de ellas en aras del mayor bien para la humanidad.A su regreso a La Tierra, la expedición portará como presente un bebe nativo del planeta.
Me he encontrado con una novela que me ha sorprendido por el estilo de James Blish, concienzudo y de una evidente brillantez teórica y retórica que enganchará a aquellos que gusten de disquisiciones filosóficas pero que pese a su falta de acción aventurera, no creo que, en un principio, repela en demasía al resto. Quizás si sea así un poco más avanzada la obra pues, dada la estructura narrativa de la obra, la segunda parte se convierte en algo más deslavazado y cargante, donde cobra una mayor importancia, si cabe, la teología y la percepción del ser humano como elemento creador de inconformismos.La novela se divide en dos partes: una primera centrada en Litia y sus habitantes. Los litianos, una raza utópica en todos los sentidos, lo que servirá de acicate final para que el padre Ruiz-Sánchez tome su decisión. Asistiremos a un brillante debate entre los cuatro científicos de la expedición. Cada uno de ellos con un argumento bien fundado y que, en su conjunto, hará las delicias de todo lector ávido de reflexiones, para desencadenar en la oratoria final del jesuita, fuertemente teológica, que puede echar para atrás a más de uno pero que, sin lugar a dudas, resulta impactante.En la segunda parte ya nos encontramos en La Tierra. Egvertchi, el litiano traído por Ruiz-Sánchez, se ha hecho mayor y tiene claro que no es humano. En esta parte al autor se le va un poco la pinza, y puede resultar abstrusa y aburrida pues contiene la mayor carga filosófica e invita al recogimiento. En este sentido creo que es la obra con el carácter más prospectivo a la que me he enfrentado en los últimos años.Esta segunda parte está, como digo, plagada de elementos para la reflexión.
En definitiva, una obra muy interesante, con claros altibajos y una segunda parte algo más aburrida y que decepciona según las expectativas creadas, pero que resulta atrevida y, por tanto, original entre la ficción especulativa y prospectiva. Una obra que va más allá del entretenimiento y que, en mi opinión, resulta mucho más brillante que la capacidad que el autor muestra para atrapar al lector.