Hoy tengo el placer de recibir la visita de una interesante bloguera con la que, me van a perdonar, no puedo ser imparcial puesto que es parte de mi familia. Les hablo de Mucipa, esa incansable experimentadora visual, sonora y "textual" que siempre nos sorprende y nos hace reflexionar en ese didáctico y sugerente blog que es Mucipa.
Ha elegido para esta sección un clásico indiscutible de la historia del cine. Una obra siempre deslumbrante y llena de matices ocultos. Con ustedes...
Un perro andaluz.
Es un honor para mí el hecho de escribir un post para el blog de Crowley y, he de decir, que no ha sido tarea fácil elegir la película que más me marcó en mi infancia/adolescencia (porque tenía dos en mente), si bien al final me he decantado por Un perro andaluz de Luis Buñuel y Salvador Dalí (coautor del guión).
Es cierto que se trata de un corto y no de una película pero, como Crowley no me puso ninguna pega en que escribiera sobre esta obra de anti-arte, pues aquí estoy ahora asomándome hacia el interior de estos 17 minutos de cine que, desde mi punto de vista, no tienen desperdicio.
Tal vez lo que más me impactó de esta obra el día que un profesor de Literarura nos puso este corto en el instituto (yo tenía 16 años) fuese la archiconocida escena en la que un hombre secciona el ojo de una mujer con una navaja. En mi caso el impacto no fue únicamente por la “tirria” que puede llegar a causar el plano de un ojo que alguien corta en dos, sino también por la cara de aquel profesor incapaz de mirar a la pantalla en aquel mismo instante. Recuerdo que el más afectado era él. Por tanto, la situación de partida era ya surrealista para mí. Además, nuestro profe
En definitiva, es absurdo tratar de explicar la relación entre las diversas escenas de este corto, pues el objetivo de Buñuel y Dalí era precisamente plasmar una serie de imágenes oníricas que
Es decir, nos encontramos ante una obra onírica que enlaza directamente con el mundo de las sensaciones: la escena del burro muerto sobre el piano nos llega a producir repugnancia (como cuando tenemos una pesadilla y al despertar deseamos que todo haya sido un sueño); la escena de las hormigas saliendo de la mano del personaje nos puede sugerir la putrefacción (añadiendo el hecho surrealista de que ésta se produce sobre un cuerpo vivo); o la escena del hombre que acaricia desesperadamente los senos de una mujer nos puede llegar a transmitir los sentimientos reprimidos de la época.
Me he limitado a comentar sólo las escenas que se quedaron grabadas en mi mente la primera vez que vi esta obra en mi época adolescente.
No obstante, mi afán de ir un poco más allá ahora que he vuelto a recordar este film, me lleva a reflexionar sobre el surrealismo y a documentarme sobre el tema. Si indagamos sobre dicho
Es interesante también conocer el primer manifiesto surrealista para poder integrarnos plenamente en la obra "Un perro andaluz". En el año 1924 Breton escribe el primer Manifiesto Surrealista y en éste incluye lo siguiente:
Indica muy mala fe discutirnos el derecho a emplear la palabra surrealismo, en el sentido particular que nosotros le damos, ya que nadie puede dudar de que esta palabra no tuvo fortuna, antes de que nosotros nos sirviéramos de ella. Voy a definirla de una vez para siempre: Surrealismo: "sustantivo, masculino. Automatismo psíquico puro, por cuyo medio se intenta expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral."
Cuando Buñuel y Dalí realizaron este cortometraje (año 1929) todavía no pertenecían al movimiento surrealista, pero ya recibían influencias de éste.
Así pues, tras leer el manifiesto, ya nadie debe obcecarse en buscar una conexión lógica entre las escenas de Un perro andaluz, más bien se nos puede ocurrir pensar que, al igual que en los sueños, todo sucede porque lo ha creado nuestra mente (en este caso la mente de Buñuel y Dalí), a raíz de las propias experiencias vividas, pero como una especie de collage (técnica que los surrealistas tomaron del dadaísmo), que une lugares, personajes y tiempos que, de forma lógica y racional, serían imposibles de mezclar.
AHÍ, PRECISAMENTE, SE ENCUENTRA LA MAGIA DEL CINE (¡Y DE LOS SUEÑOS!).