La Helena de Eurípides se representó por vez primera en el 412 a.C., y pone en escena el reencuentro de Menelao y Helena en Egipto, el reconocimiento de los esposos, y el viaje de ambos hacia la Hélade.
En esta versión de la leyenda Eurípides exonera a Helena de toda parte de culpa, pues cayó víctima de las malas artes de una diosa y no fue su persona, sino una imagen suya, la que viajó a Troya con Paris.Mucho más cercano que los otros trágicos griegos a los esquemas del teatro actual, Helena es el exponente de una línea de corte romántico de la que se puede considerar a Eurípides pionero.
Una acción trepidante y numerosos rasgos de ironía, como el plan de fuga de los esposos, cuyo éxito ser basa sobre todo en la ingenuidad de los nativos egipcios, hacen muy amena y agradable la lectura de esta obra. Disfrútenla.Eurípides (480-406 a.C.) fue uno de los tres grandes poetas trágicos griegos de la antigüedad, junto con Esquilo y Sófocles. Fue amigo de Sócrates, el cual, según la tradición, sólo asistía al teatro cuando se representaban obras suyas. En 408 a. C., decepcionado por los acontecimientos de su patria, implicada en la interminable Guerra del Peloponeso, se retiró a la corte de Arquelao I de Macedonia, en Pela, donde murió dos años después. Su concepción trágica está muy alejada de la de Esquilo y Sófocles. Sus obras tratan de leyendas y eventos de la mitología de un tiempo lejano, muy anterior al siglo V a. C. de Atenas, pero aplicables al tiempo en que escribió, sobre todo de las crueldades de la guerra. Reformó la estructura formal de la tragedia ática tradicional, mostrando mujeres fuertes y esclavos inteligentes y satirizó a muchos héroes de la mitología griega. Sus obras parecen modernas en comparación con los de sus contemporáneos, centrándose en la vida interna y las motivaciones de sus personajes de una forma antes desconocida para el público griego.
Disfrútenla.Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)