Esquilo (525-456 a.C.) fue predecesor de Sófocles y Eurípides, y está considerado como el primer gran representante de la tragedia griega.
Nació en Eleusis, Ática, lugar en el que se celebraban los misterios de Eleusis. Pertenecía a una noble y rica familia de terratenientes. En su juventud fue testigo del fin de la tiranía de los Pisistrátidas en Atenas. Fue uno de los «Maratonómaco»; luchó en las guerras contra los persas y en las batallas de Maratón, Salamina y Platea. Algunas de sus obras, como Los persas o Los siete contra Tebas, son producto de sus experiencias de guerra. Fue también testigo del desarrollo de la democracia ateniense. En Las suplicantes (463 a. C.), puede detectarse la primera referencia que se hace acerca del poder del pueblo, y la representación de la creación del Areópago, tribunal encargado de juzgar a los homicidas. En Las euménides, poya la reforma de Efialtes y la transferencia de los poderes políticos del Areópago al Consejo de los Quinientos.De la importancia de su obra da fe el hecho de que se permitiera que fueran representadas en el agón («certamen») en los años posteriores a su muerte, junto a las de los dramaturgos vivos. Sólo se conservan siete piezas, seis de ellas premiadas, y fragmentos de otras tantas.Esquilo compuso la obra
hacia el año 467 a. C., obteniendo con ella el primer puesto en la Fiesta de las Dionisias de aquel año. Formaba parte de una tetralogía compuesta por las tragedias Layo y Edipo, y el drama satírico Esfinge, todas ellas perdidas.La acción se desarrolla dentro de la ciudad de Tebas durante el asedio del ejército argivo a la ciudad, a causa de la negativa de Eteocles de ceder su turno para reinar en la ciudad que había pactado con su hermano Polinices, a los que su padre, Edipo, había maldecido. Un mensajero informa a Eteocles de que los siete caudillos argivos se han juramentado para destruir la ciudad o morir en el intento, echando a suertes la puerta de Tebas que cada uno atacaría. Polinices será el que ataque la séptima puerta y pide a gritos poder luchar contra su propio hermano para matarlo o desterrarlo tras vencerlo. Eteocles decide enfrentarse personalmente a su hermano. Tras la batalla, que han ganado los tebanos, Eteocles y Polinices han perecido en el combate, dándose muerte mutuamente. Los magistrados tebanos ordenan que Eteocles sea enterrado con los debidos ritos, pero que a Polinices debe dejársele insepulto y sin honores, a lo que Antígona, hermana de ambos, manifiesta su propósito de desobedecer la orden y dar también sepultura a Polinices.Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
HArendt
elblogdeharendt@gmail.comLa verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)