El titular no es exagerado y el lector puede verificar quiénes son. Operan desde los medios de difusión incluyendo las redes sociales y su objetivo es sembrar descontento y miedo en toda la sociedad. Noticias pueriles y/o falsas las catapultan al primer rango y las reparten en numerosos programas televisivos, radiales y por Internet. La cantidad de emisiones repetidas a manera de fotocopias crean la sensación de que buena parte del país piensa como ellos, pero en la práctica son un grupo minúsculo donde cada uno redacta una nota y luego la reproduce por docenas o cientos de sitios (actúan como un comando que pone en jaque la credibilidad de la realidad).
Tengo por rutina rastrear mis propias notas por si alguien las reproduce en otros sitios de Internet. Así, a través del 2012 encontré que esporádicamente ha habido reproducciones en Taringa!, un diario de Chaco, otros sitios de Cuba y Miami, y hasta una traducción en Italia, aparte de los dos sitios donde publico por mi voluntad.
Hace unos días atrás se me ocurrió copiar el titular de una nota de quien también publica con alguna frecuencia en Internet. Grande fue mi sorpresa cuando aparecieron miles de resultados de esa nota pero con distinto nombre del supuesto autor.
El contenido de la nota origen de mi rastreo era claramente anti gobierno. Los sitios que gradualmente fui abriendo en busca de las reproducciones, coincidentemente habían cambiado Cristina por Kristina o Kretina, y en sus contenidos desbordaban las burlas e insultos a nuestro gobierno.
Evaluando los titulares y sus contenidos, noté que eran los mismos textos repetidos en numerosos sitios de Internet, o sea que le cambian el nombre y el diseño pero sus contenidos son iguales, aún cuando anotan sus apellidos reales o ficticios, o intercambian la autoría de sus notas.
El modus operandi es sencillo: del largo discurso/entrevista de alguien público/famoso toman una frase que pueda interpretarse contra el gobierno, elaboran extensa nota y la reparten en cientos de sitios de Internet, programas radiales y los conocidos “programas de opinión” por televisión, donde sus pensamientos no los redactan/dicen como propios sino encubiertos bajo la frase “dice la gente”, “la gente pide”, etc.
Esta mafia se autoidentifica con los nombres que le han dado a los espacios pseudoperiodísticos: libertad, democracia, independencia, progreso, azul y blanca, sin mordaza, enfoques positivos, etc. y sus variantes. Cualquier psicólogo sabe que quien repite hasta el cansancio la palabra honestidad es claramente un deshonesto. En igual sintonía, estos sitios que dicen jugarse por la libertad, pues son absolutistas y no toleran el disenso, o mejor dicho, su jefe no se los permite.
Son apologistas de todo lo que llegue del capitalismo de EE. UU. y Europa, y los errores de esa procedencia los disimulan groseramente (las masacres no son producto del estilo de vida primitivo/violento sino de unos pocos locos, por ejemplo). Simultáneamente critican y se burlan de los gobiernos que rechazan la violencia social, económica y militar, ergo buena parte de América Latina. Así, nunca critican al gobierno colombiano y nunca dejan de criticar al gobierno venezolano. Este molde lo repiten con Piñera (Chile)-Evo (Bolivia), con Macri-Cristina, etc.
Este comando mafioso es lo que sus integrantes niegan fervorosamente. Dicen que nuestra sociedad está partida en dos bandos, pero niegan que ellos sean uno de los dos bandos que fomentan la partición. Reclaman que el gobierno reduzca la violencia callejera, pero ellos no pierden oportunidad en reproducir durante horas y días asaltos y hechos de sangre que a nadie le importa excepto a los implicados y sus entornos. Se enteran de un asado en la ESMA y ya piden la renuncia del ministro.
Están tan fanatizados que parte de este grupúsculo se dedica religiosamente a opinar en todas las notas que Yahoo.com copia del diario La Nación. No importa que sus contenidos sean políticos o científicos, igual opinan contra el gobierno argentino con todo un léxico propio (guarangadas, faltas de ortografía y letras sobrantes/faltantes).
Como sin dudas están asociados y comandados por alguien que les dice qué atacar y lo hacen desde los primeros minutos que aparecen las notas en Yahoo.com, bien se los puede caratular de “comando mafioso”.
Por ejemplo, es verdad que la señora Hebe de Bonafini frecuentemente se mete en líos por opinar de lo que no sabe y sus expresiones son extremistas, pero no es gobernante como para vigilar sus palabras y atacarla inmediatamente tras sus dichos. Rastrear las críticas contra esta señora es un buen ejercicio para descubrir al comando mafioso. Claro que también se puede rastrear La Cámpora y con más frecuencia todo lo que diga nuestra presidenta.
El rastreo es sencillo porque a este comando no le interesa en lo más mínimo solucionar alguno de los problemas de los argentinos en su conjunto. Su objetivo es simplemente atacar al gobierno y crear malestar en la sociedad, o sea preparar la “masa crítica” para justificar la caída del gobierno mediante caos callejero, idéntico a la forma en que operaron para derrocar a De la Rúa.
A estos fundamentalistas no se les cae una idea/propuesta ni en mil notas publicadas, y eso que sin dudas trabajan muchas horas diarias alimentando el odio. Nadie trabaja tan obstinadamente sin recibir paga a cambio.
Así, cuando dicen que en las redes sociales se está convocando a una movilización, son ellos los que mandan los mensajes según listados que les aporta “el comandante”. Cuando ocurrieron los saqueos a fines del 2012, en Comodoro Rivadavia se estuvo convocando a la juventud para que fuera a determinado supermercado a robar. Valga este ejemplo concreto.
El lector podrá dudar de todo lo aquí expresado; sólo tiene que dedicarle unos minutos a rastrear en Internet (como lo hice yo antes de redactar esta nota) y verificar si estoy equivocado o no.
Yo escribo aquí porque existo. Y si existo es porque no me mandan. Si me mandaran, existiría mi patrón. Entonces brota la pregunta: ¿quién mantiene a este comando mafioso?
Luis Colombatto