Un conflicto abierto: Cabinda

Publicado el 23 marzo 2015 por Juan Juan Pérez Ventura @ElOrdenMundial

Cabinda es una de las 18 provincias que componen el estado de Angola, separada del resto del país por una franja de 60 kilómetros perteneciente a la República Democrática del Congo. Ocupa tan sólo una extensión de 7270 km2 y en ella viven unas 300.000 personas. Sus fronteras se encuentran rodeadas por la República de Congo al norte y la República Democrática del Congo al sur. El territorio cabindeño se ha convertido en un enclave de relevancia para Angola, especialmente por su producción petrolífera, ya que abarca el 60% de la producción total del país. Sin embargo, en la provincia existe actualmente un sentimiento independentista que lleva varios años en activo, sobre todo a raíz de la independencia de Angola en 1975 y que reclama, entre otras cosas, mayor inversión en la zona.

Este territorio se ha convertido en un enclave de interés nacional para Angola, esencial por las riquezas que guarda bajo el suelo y en el fondo marino, pero también es un territorio clave para otros países en la esfera internacional; unos pugnan por su independencia y otros porque siga perteneciendo a la República de Angola. Sin embargo, el interés que suscita la región viene de largo y los primeros en mostrarlo fueron los portugueses, ya en el siglo XV.

Los europeos llegan a la costa

Desde el siglo XV el reino de Portugal va a desarrollar una expansión marítima por todo el litoral africano, llegando a la desembocadura del río Congo, donde se encontraba uno de los reinos costeros más poderosos de la región y que ocupaba buena parte de la provincia actual de Cabinda. El reino de Kongo, también conocido como el reino de los manikongos, va a fortalecer durante años sus relaciones con Portugal (que estaba interesado fundamentalmente en el comercio), hasta tal punto que sus reyes adoptaron nombres portugueses y se convirtieron en buena medida al cristianismo.

Sin embargo, a lo largo del siglo XVI, el reino portugués va a ir cambiando sus intereses en la zona, creando alianzas con Kongo y a la vez con los reinos y pueblos vasallos, jugando básicamente con el principio de divide et impera. Desde esos momentos Portugal mantendrá unas importantes relaciones con los pueblos Loango, Kakongo y Ngoyo, pueblos que se asentaban en la actual Cabinda y que fortalecieron las relaciones posteriores y el papel de Portugal en la región.

Sin bien no sólo los portugueses se asentaron en las costas de Cabinda y en la desembocadura del Congo, ingleses y holandeses, entre otros, fundaron enclaves comerciales en la zona, sobre todo para obtener esclavos y productos madereros, así como aceite de palma. En los siglos siguientes la llegada de europeos se fue incrementando, creando un clima de tensión entre los reinos y pueblos de la región, pero también entre los europeos que se enfrentaron por mantener la hegemonía de la zona.

El reparto colonial: Cabinda aislada de Angola

Las tensiones entre las potencias europeas por el control del continente africano llevará a portugueses, belgas, ingleses, franceses, alemanes, españoles e italianos a reunirse en la Conferencia de Berlín en 1885 con el fin de acordar qué territorios pasarían a formar parte de los imperios europeos. En el caso de Portugal, Lisboa recibió los territorios de las actuales Guinea-Bisáu, Cabo Verde, Santo Tomé y Príncipe, Mozambique y Angola, incluyendo Cabinda.

Portugal justificó la ocupación de las colonias debido a que esos territorios habían estado en contacto continuo y directo con Lisboa, especialmente Cabinda y el resto de Angola. Sin embargo Portugal no ocupó la desembocadura del Congo, un territorio que aunque le “pertenecía” por razones históricas prefirió cederlo a Bélgica cuando el rey Leopoldo II, que pasaba a invadir y ocupar el interior de la cuenca del Congo, le pidió un acceso al Océano Atlántico para su Estado Libre del Congo a cambio de concesiones territoriales en el interior de la actual Angola. Fue entonces cuando Cabinda quedó aislada del resto de posesiones portuguesas y de hecho fue este el territorio que primero se puso bajo la soberanía portuguesa a raíz del Tratado de Simulambuco de 1885, por el cual los príncipes y gobernantes de Cabinda reconocían el estatus de protectorado de la Corona portuguesa.

A partir de ese momento Cabinda seguirá el camino del resto de las colonias africanas, viviendo bajo la dependencia de una potencia europea que aunque no tenía el poder de Francia o Inglaterra, había logrado armar un imperio que se mantendría hasta 1975.

El movimiento independentista en Cabinda

En Cabinda, como en el resto del continente africano, desde la Segunda Guerra Mundial van a surgir varios movimientos en favor de la independencia y la libertad de los pueblos africanos. En contra de lo que pudiera creerse, en el territorio cabindeño no se luchó por una independencia conjunta con Angola, sino que se defendió la independencia de Cabinda como un estado independiente. De hecho, ya en la década de 1960, la Organización para la Unidad Africana (OUA) reconocía el pequeño enclave como un territorio a descolonizar independiente de Angola y reconocía las aspiraciones secesionistas cabindeñas.

En 1963 se fundaba el principal grupo independentista de Cabinda, conocido como FLEC  (Frente para la Liberación del Enclave de Cabinda) que inició su propia batalla contra la ocupación portuguesa. Sin embargo, el proyecto de una Cabinda independiente se vino abajo cuando en 1975 Portugal y Angola firmaban el Tratado de Alvor, por el cual ambos reconocían la incorporación de Cabinda como una provincia más de Angola, sin tener en cuenta la opinión de los cabindeños. La principal base jurídica en la que se apoyaron los cabindeños para defender su independencia fueron dos: la primera, el tratado de Simulambuco ya mencionado, en virtud del cual los “príncipes y gobernantes de Cabinda” reconocían el protectorado portugués, de forma que en ningún momento en este documento se habla de Angola o de su unión a dicho territorio; y segundo, que el tratado firmado entre Portugal y Angola no era válido dado que no se contó con Cabinda en ningún momento y por tanto dicho acuerdo no era vinculante.

A pesar de ello, la teoría no pudo con la práctica y el 11 de noviembre de ese año las fuerzas del MPLA (Movimiento Popular por la Liberación de Angola) entraban en la capital cabindeña y la incorporaban de facto al territorio angoleño. Dada la situación el FLEC proclamó la República de Cabinda y estableció un gobierno en el exilio con sede en Kinshasa.

Sin embargo durante varios años el FLEC siguió manteniendo el control de amplias zonas rurales debido a la guerra civil en la que se sumía Angola desde su independencia en 1975. Esta guerra enfrentó al MPLA, un partido de inspiración marxista-leninista que había logrado acceder al gobierno del país al conquistar la capital, Luanda; la UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola) y el FNLA (Frente Nacional para la Liberación de Angola), apoyados por Estados Unidos y la Sudáfrica del apartheid entre otros. (http://guinguinbali.com/index.php?lang=es&mod=news&task=view_news&cat=2&id=4136) En esta guerra a tres bandas el FLEC salió beneficiado ya que el partido gobernante no podía enviar más soldados para el conflicto de Cabinda, lo que dio cierto respiro a las fuerzas independentistas.

Si bien al igual que en Angola las fuerzas que habían luchado por la independencia acabaron por enfrentarse unas a otras, en Cabinda el FLEC va a sufrir diferentes escisiones, lo que debilitará bastante el impulso independentista. De este modo, desde 1975 no va a existir un único FLEC, sino que van a surgir tres partidos en torno a la figura de diferentes líderes, de esta manera tenemos en primer lugar el FLEC-Ranque Franque dirigido por Luiz Ranque Franque, en segundo lugar el FLEC-N’Zita, liderado por Henriques N’Zita Tiago, y el FLEC-Lubota, liderado por Francisco Xavier Lubota. Además surgirán otras escisiones a lo largo de las décadas de 1980 y 1990, lo que complicará mucho la situación.

El petróleo y los intereses (inter)nacionales

En 1956 se inició en Angola la producción comercial de petróleo de la mano de la petrolera Petrangol en la cuenca del río Kwanza y poco después se iniciaba la extracción de oro negro en el delta del Congo y en las costas de Angola a través de la compañía estadounidense Texaco y la angoleña Angol. Sin embargo, las mayores reservas de crudo no se empezaron a explotar hasta 1968, cuando la Gulf Oil Company comienza la explotación de las reservas en Cabinda a través de una sucursal, la Cabinda Gulf Oil Company. Con estos descubrimientos, la producción anual de petróleo de Angola se disparaba de las 2,5 millones de toneladas en 1969 a las 8,2 millones en 1973.

Esto sin duda provocó el interés de las fuerzas angoleñas del enclave de Cabinda y desde luego no iban a dejar escapar el principal enclave petrolífero del país. Por ello no es difícil entender la rapidez con la que el MPLA se lanzó a controlar la capital de Cabinda y la franja costera, esto es, donde se encuentran la mayor parte de las reservas de crudo. La UNITA, con su aliado zaireño, trató también de acceder al control de Cabinda, pero fue un intento totalmente infructuoso. A lo largo de 1980-1990 los descubrimientos de nuevos recursos en la zona impulsaron a Cabinda como principal productor de petróleo del país, alcanzando el 60% de la producción total de Angola.

Pero además de convertirse en un enclave de interés nacional para Angola, el descubrimiento del oro negro atrajo a otras potencias. Algunos de los principales valedores de Cabinda fueron el Zaire de Mobutu Sese Seko, la República del Congo y Gabón entre otros, mientras que otros estados como Cuba y Estados Unidos, fervientes enemigos, mantuvieron (y mantienen), una posición proclive a la unión frente a cualquier intento secesionista. Esta extraña alianza se plasmó cuando Angola pidió auxilio a las tropas cubanas frente a los continuos ataques del FLEC en Cabinda y contra las instalaciones de las grandes multinacionales que apoyaron al MPLA. Contradictoriamente, más de 15.000 soldados cubanos acabaron defendiendo los intereses de la multinacional Gulf Oil (perteneciente a la compañía ChevronTexaco) y de forma indirecta, apoyando a Estados Unidos. Otra de las grandes potencias contrarias a la independencia de Cabinda es China, que ve peligrar sus intereses en la zona y además se ha convertido en uno de los principales aliados comerciales de Angola.

MÁS INFORMACIÓN: ¿Qué pasa en Cabinda? (El País, Mayo 2012)

Sin embargo, un inesperado aliado de la causa independentista fue Francia, que durante años ha acogido a la diáspora cabindeña y a sus disidentes, lo que se debe en gran medida a que el 90% de la población del enclave habla francés, frente a un 10% cuya lengua es el portugués. Francia ha tratado de mantener un mayor control de la producción petrolífera a través  de la compra de acciones de compañías angoleñas, sobre todo de Sonangol. ()  Sin embargo, el interés de todas estas potencias en Cabinda es el mismo, alejándose de los intereses y las necesidades de los cabindeños, sobre todo si pensamos que en esta provincia se produce un millón de barriles diarios de crudo.

¿Hacia dónde va Cabinda?

Con el fin de la guerra en Angola y la victoria definitiva del MPLA en 2002, las aspiraciones independentistas de Cabinda han bajado de intensidad. El final de conflicto angoleño facilitó la movilización de fuerzas del gobierno del MPLA para luchar contra el FLEC y sus diferentes escisiones en Cabinda, frenando su papel incluso en el medio rural.

Además, la continua fragmentación del Frente para la Liberación del Enclave de Cabinda está facilitando la misión pacificadora y aumentando el control del gobierno de Luanda en la región. A fin de cuentas el MPLA es consciente de la debilidad de sus enemigos y entendió que además de plantar batalla por la vía militar era el momento de realizar algunas concesiones a fin de frenar los ideales independentistas. Por ello desde el gobierno de Luanda se estableció que el 10% de los beneficios del petróleo se invirtieran en la provincia de Cabinda. Esta medida tuvo dos consecuencias: la disminución del apoyo de la población a los ideales independentistas del FLEC y la firma de un alto el fuego entre Luanda y el FLEC en 2006.

Sin embargo, este acuerdo se rompió cuando en 2010 algunas facciones independentistas, que no reconocían el acuerdo firmado, atacaron el autobús de la selección nacional de fútbol de Togo, que se dirigía a Angola para la celebración de la Copa de África. Además el FLEC ha continuado actuando para evitar que su objetivo caiga en el olvido de tal manera que en noviembre de 2010 algunos rebeldes atacaron a un grupo de trabajadores chinos. Finalmente, en 2012, uno de los líderes históricos del movimiento independentista cabindeño, Henriques N’zita Tiago, se dirigía a las autoridades angoleñas a fin de entablar un diálogo definitivo para la paz entre Cabinda y el resto de Angola. Sin embargo, el presidente de Angola, José Eduardo dos Santos, no ha mostrado intención de entablar las vías para la negociación, debido sin duda a la posición de debilidad en la que el FLEC se ha sumido en los últimos años.

Parece que las aspiraciones independentistas de Cabinda y de los cabindeños viven horas bajas. La particular división de los miembros del FLEC, la posición ventajosa del gobierno de Luanda y las concesiones que el gobierno ha hecho a la provincia de Cabinda han disminuido los apoyos a la independencia, si bien no podemos olvidar que a pesar de la negativa del presidente de Angola de entablar una negociación, en Cabinda sigue existiendo un conflicto abierto que en cualquier momento puede recrudecerse.

A pesar de que en los últimas décadas hemos asistido al nacimiento de nuevos países soberanos en el continente africano, como Eritrea en 1993 y más recientemente Sudán del Sur en 2011, no podemos olvidar que el valor de las fronteras sigue muy vivo en África  y cada vez parece menos probable que un enclave como el de Cabinda adquiera la independencia. Además Angola y el gobierno del MPLA no están dispuestos a perder los preciados recursos que existen bajo la tierra y las aguas de Cabinda, aunque para ello tenga que pasar por encima de los intereses de la población cabindeña. Sea como fuere, las partes en conflicto deberían buscar una solución pacífica a un enfrentamiento que cumple ya 40 años y en el que han perdido la vida más de 30.000 personas y otras 25.000 han sido desplazados de sus hogares. A fin de cuentas y como suele decirse, el único medio de vencer en una guerra es evitarla.