El de manos limpias y corazón puro; el que no ha alzado su alma a la falsedad, ni jurado con engaño. Ese recibirá bendición del SEÑOR, y justicia del Dios de su salvación.
Esta Palabra me aclara que de nosotros ha sido eliminado el cuerpo pecaminoso carnal, y esto es un acto espiritual, no físico; cuando creemos en el poder de Dios que resucitó a Cristo y nos bautizamos, en un acto de fe y por mandato, en ese momento en que nos sumergimos en las aguas, estamos reafirmando el morir a la vieja naturaleza pecaminosa, sepultando el cuerpo de pecado y al levantarnos de las aguas, ahí también estamos reafirmando el ser resucitados en Él; iniciando una vida nueva en Cristo.
Lo que existe en nosotros es la concupiscencia, y esto lo habla Santiago; pero veamos primero el significado del diccionario español que dice lo siguiente:
Deseo excesivo de los bienes materiales, especialmente de los goces sensuales.
Veamos Santiago 1:13-15 "Cuando alguno sea tentado, no diga que es tentado por Dios. Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie. Sino que cada uno es tentado, cuando es atraído y seducido por sus propios malos deseos.
Y cuando su mal deseo ha concebido, produce el pecado. Y el pecado, una vez cumplido, engendra la muerte".
Es lo que hay en nuestro corazón, lo que nos lleva a dar buenos o malos frutos en nuestro testimonio de vida (Lucas 6:43-45).
"Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca". 1 Juan 5:18
Dios les bendiga en abundancia