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Crítica de Cine: MILONGA, de Mario Calvise
Sin duda, la intención de Calvise -actor y bailarín antes de iniciarse como director en el séptimo arte-, no es otra que la de crear una atmósfera donde se vive el tango de lleno: una milonga, o un espacio donde el tango se refugia en la sola intimidad de un abrazo compartido por dos corazones. Desde ahí, y con una cuidada fotografía y sin apoyo del lenguaje hablado, es capaz de trasladar al espectador una visión intimista, rica en detalles de técnica corporal, y más que alejada de los títulos comerciales de la última década donde el tango ha gozado de gran protagonismo en una coreografía creada para la ocasión: tal es el caso de Mouling Rouge (2001), Chicago (2002), ¿Bailamos?(2004), o Déjate llevar (2006).