Un cuento

Publicado el 10 febrero 2011 por Esteban
Hace mucho que no posteo un cuento mío en el blog. Este tiene unos añitos y me genera buenos recuerdos. La obra de Fermín es admirable y, cómo no, inspiradora.




EN EL ESTANQUE DORADO
(Texto de ©Esteban Gutiérrez Gómez, 2006
sobre pintura de Fermín Ramírez de Arellano, 2006)

Aquella mancha verde parecía observarme. La miraba y era ella la que calibraba mi entendimiento, era ella la que mostraba asombro ante mis dudas. Caminé hacia atrás, dos, tres pasos, sin dejar de posar mi mirada sobre ella. Había cambiado, ya no era la misma. Puede apreciar entonces los diferentes matices verdes, los reflejos aguados de las hojas, el verdín de las piedras pulidas y redondeadas, la laguna esmeralda. “Yo conozco ese sitio”, me dije. Pero no podía ser, no era realidad, no existía más que en la mente del pintor. Aún así, “yo conozco ese sitio”, me repetí.

De espaldas al cuadro, con los ojos en la nuca, mirando al pasado, busqué y encontré la mancha verde. No tardé mucho. Naturalezas inventadas en sueños de infancia. Naturalezas que enmarcaban inocentes, bondadosos sentimientos. “También él fue alguna vez niño”, sonreí.
Me acerqué un poco más de la pintura. Volvió a cambiar. Ahora sí, la mutación. Mis ojos se reflejaban en ella, estaban en ella, eran de ella. Primero el rayo de luz que deslumbra. Luego el rumor de los pasos, los cuchicheos sigilosos en la penumbra. Más tarde, ya recuperada la visión, las miradas de asombro, los gestos de asentimiento. “Parece contemplarnos”, pude oír.

La empatía de la infancia, después.