Con el tiempo el rebaño comenzó a darse cuenta que era un engaño porque las cosas comenzaron a ir mal, los padres eran despedidos de sus trabajos, mientras el rey de los lobos vivía a cuerpo de rey con amantes de todo tipo, desde lobas, a zorras o inocentes borreguillas. Buitres y lobos disfrutaban de grandes banquetes y matando inocentes animales. Mientras los gobernantes, lobos, buitres y borregos corruptos, se llenaban los bolsillos de oro y cuando dejaban en Consejo se colocaban en grandes empresas del bosque que antes habían robado al rebaño.
De vez en cuando el Gobierno del bosque lo ejercía el Consejo de los borregos corruptos, la verdad es que el bosque normalmente mejoraba algo en las condiciones del rebaño, siempre respetando la Constitución de impuesta por lobos y buitres y votada por el rebaño.
Llego al bosque una gran sequía, estando el Consejo de los borregos gobernando, este gobierno cedió a las presiones de lobos y buitres y comenzó a aplicar políticas propias de buitres y lobos, provocando el descontento general del rebaño. Entonces el partido de lobos y buitres —que siempre había estado unido mientras que el rebaño siempre estuvo dividido entre los borregos que aceptaban la colaboración con lobos y buitres y quienes no querían estar sometidos a los mismos —prometió que todo lo arreglaría y los borregos mayores que eran muy tontos, muy tontos, votaron a esos lobos y buitres que eran aún más ladrones y malvados que los que estaban en el gobierno de los borregos. Cuando los malvados ladrones se hicieron con el Gobierno, pues el poder ya lo tenían, comenzaron a abaratar el despido de sus empresas, a tirar a los padres a la calle, los corderitos a pasar hambre, por si fuese poco les robaban la casa a los pobres, mandándoles lobos policía que tiraban la puerta abajo y se comían a las pobres criaturas…
Entonces sí que el pueblo pareció despertar, pero el Rey lobo que era zorro viejo, abdicó, ya que no podía jubilarse, porque para jubilarse hay que trabajar antes y los reyes, ni siquiera los reyes lobo trabajan y al abdicar colocó de nuevo rey a su hijo, un lobo joven y muy grande, que había crecido más de lo habitual por estar bien alimentado y no haber trabajado nunca. Ese nuevo rey lobo, dicen que estaba muy preparado, pero al que no le importaba un pimiento el sufrimiento del rebaño. Y el viejo rey, con la complicidad del nuevo, de los lobos y buitres y borregos corruptos y colaboracionistas diseñaron el modo de silenciar al rebaño descontento de nuevo, haciendo que cambiase algo para que todo siguiese igual…
Y los mayores del rebaño que eran muy tontos, muy tontos, de nuevo cayeron en la trampa y el gobierno de lobos y buitres continuaron abaratando el despido, despidiendo a los padres, a robando la casa a los corderos más pobres, mandándoles los perros policía que tiraban la puerta abajo…
Pero esto pasó hace mucho tiempo en un país muy, muy lejano, afortunadamente en España esto no puede pasar porque tenemos una democracia plena, donde nuestro rey vela por su pueblo, nuestros gobernantes son un ejemplo de honradez y decencia, hasta el punto de renunciar a la paga vitalicia y no se colocan en los consejos de administración de las empresas robadas a los pobres y la policía se utiliza solo para perseguir a los delincuentes y criminales, jamás como en ese lejano país a reprimir las ansias de libertad y de justicia del pueblo.
¡Qué alivio vivir en un país tan democrático como el nuestro!
Nota: Este cuento es fruto de la mente calenturienta del autor, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia o producto de la mente aún más calenturienta del lector.
©PacoArenas
Cuadro Seymour Joseph Guy 1870