Un cuento de enfermeraLouisa May AlcottISBN: 978-84-941475-7-9Formato: Tapa dura– 208 Pág.Editorial: Funambulista
Kate Snow, narradora de esta novela, es una enfermera (como lo fue la propia autora) contratada para ocuparse de Elinor, la hija pequeña de la familia Carruth, aquejada de una extraña enfermedad mental. Kate intentará desde el primer día entender por qué el joven Robert Steele, supuesto amigo de la familia, mantiene un control absoluto sobre todo lo que ocurre en casa de los Carruth. Auténtico laberinto de engaños, misterios y pasiones, con un sorprendente final, esta novela de intriga cuasi policial sobre la maldición de una estirpe recuerda algunas de las mejores páginas de Wilkie Collins, las hermanas Brontë o Jane Austen...
Es curioso como algunos autores clásicos pasan a la historia por obras que se encumbran y luego quedan otros pequeños escritos a los que no se les dio apenas difusión. Incluso, pueden permanecer inéditos en algunos idiomas hasta que editoriales como Funambulista las sacan a la luz como un verdadero regalo para los lectores exigentes.Louisa May Alcott es célebre por Mujercitas, y sus posteriores continuaciones, secuelas y versiones cinematográficas. Yo, sin embargo, nunca lo he leído. En realidad lo intenté una vez de adolescente y fui incapaz de terminarlo por todo el trasfondo religioso y social. De hecho, no tardé mucho en darme cuenta que no me gusta la literatura victoriana: esos trajes absurdos y todo lo políticamente correcto, la opresión a la figura femenina. Y lo peor: que sus personajes habitualmente se sienten libres y tremendamente atrevidos por pestañear coquetamente a un hombre. Por supuesto, esa es mi opinión.
Sin embargo, cuando vi este ejemplar y leí su argumento, me di cuenta de que estaba dirigido para un público mucho menos adulto y aunque seguramente me encontrara con mentalidades elitistas victorianas no sería tan exagerado como en otros contextos. Y es que Kate Snow es un personaje peculiar: una joven de 30 años (lo que para ellos no es tan joven) que no se ha casado y que vive sola, dedicándose profesionalmente al cuidado de enfermos.
Con ese propósito es precisamente contratada por la familia Carruth, aunque cuando llega allí le descubren que Elinor (la menor de los hijos) tiene una enfermedad mental y no física. Locura lo llaman. No esquizofrenia, ni TOC, ni TDHA, ni bipolaridad. Fuera lo que fuese (y yo tengo la teoría de una depresión, junto con la falta de compresión y la sensación de injusticia), Kate se enfrenta a una situación para la que demuestra tener mucha capacidad.
El problema viene cuando comienza a ver movimientos extraños en la casa. Extraños en el sentido de que hay cosas que nadie parece querer decir en voz alta, y siempre se encuentra la presencia del señor Steele, que les supervisa y controla a todos. Y tirando del hilo parecen salir secretos familiares y conexiones muy intrigantes.
Pero no es la curiosidad (aunque no será por falta de ella), sino el estricto sentido de la justicia de Kate, lo que le hace buscar las respuesta y prestar su ayuda para hacer salir a esa familia de la desgracia en la que parece haber caído. De esta manera, se convierte mitad en detective mitad en espía, luchando contra el villano Steele, al que parece haberle encontrado su punto débil.
Es quizá por eso que me gustaría catalogarla como novela negra, en un punto un tanto difuso y muy diferente a lo que estamos acostumbrados, pero llena de misterios, intrigas familiares y víctimas. Y también con altas dosis de investigación y secretos susurrados.
Lo cierto es que si en su momento no pude con Louisa May Alcott, ahora caigo totalmente rendida. Ya sea por el cambio de orientación de la novela (nada moralista) o por la poca madurez que me pudieron dar los años, lo veo todo de una manera distinta: una prosa cuidada, detallista y fina, de las que se daban antes y ahora son difíciles de encontrar.
Además, sin irse mucho por las ramas, termina la historia en apenas 200 páginas con un final sorprendente donde algunos personajes toman decisiones que no eran para nada esperadas dentro de su guion. Y un epilogo que nos hace confiar en el buen corazón de la gente.
No hay duda que he disfrutado mucho de esta novela, que no solo Funambulista ha rescatado para nosotros, sino que lo ha hecho en una edición de lujo: gran calidad de papel, en tapa dura cosida y con su propio marcador de hilo. Una presentación de las de antes, para una novela de las de antes.