DESOLATRIX
La cruz abre sus brazos sobre el pecho del muerto,
cuya frente parece querer aún pensar,
y en su lívida boca juguetea un incierto
sonreír vago y triste. ¡Cuán incómodo está!
Sombra, silencio, frío, soledad infinita
en el estrecho ambiente. Apacible vagar
del perfume que exhala la corona marchita.
No se oye el badilejo, sobre la mezcla, ya...
El enjambre voraz dentro del cráneo horada,
y las que ideas fueron nutren a los gusanos,
que van hurgando, elásticos, la roña descarnada
hasta que muertos caen de los despojos vanos.
El Cristo de metal se oxida entre las manos,
y desde aquel instante ya no se siente nada...
Pero si la poesía de Valdelomar me ha sorprendido gratamente, el cuento que tienen a continuación ha llegado a fascinarme. Cierra la antología titulada "El caballero Carmelo", y representa el pesimismo religioso a un nivel con el que raras veces me he encontrado. Imaginar las posibilidades que ofrece el trasfondo de la historia, abierto y enigmático, es promesa de satisfacción intelectual. Especialmente si aplican ustedes a la lectura esa perspectiva enfocada desde la ciencia ficción de la que ya hemos hablado aquí otras veces.Les ofrezco dos posibilidades de disfrute. A través de la lectura, que pueden realizar ustedes en esta dirección: Finis Desolatrix Veritae, o mediante el visionado del siguiente corto en sus dos partes. La única diferencia que encontrarán entre ambos se encuentra en el aspecto físico de los dos protagonistas, esqueletos en el original. El relato está escrito nada menos que en 1916, y, no sé por qué (tal vez por la aportación de Lester del Rey), me ha traído a la memoria la clásica antología Visiones peligrosas,, de Harlan Ellison. El corto fue realizado en 1998.
Espero que consideren ambos textos, poesía y cuento, un digno aderezo para esta fecha.