Un cuento para carcajear.

Por Tayi Tayi Fonseca @TayiFonseca

En la vieja esquina del callejón a tan solo dos horas de finalizar su aburrido turno se encontraba Poli.

De aspecto delgado, ojos caídos simulando el mismo sueño de hacía décadas, sombrero de copa; un hombre sonriente a pesar de su aspecto. Hacía más de treinta años que Poli trabajaba fabricando chistes.

La vieja casa donde se fundó tan importante labor estaba llena de carcajadas, sonrisas y lágrimas de emoción en cada esquina; su pasión era la de ser titiritero y había trabajado ya más de quince años en un teatro, mismo teatro que se quemaría el día en que su esposa mudo a mariposa.

El mundo había cambiado y ya la vida no se vivía como antes, de a 15 pesos solía cobraba las obras y de a 30 los espectáculos de magia; lo suficiente para ser felices, pagar al barrendero, al chiquillo que gritaba las funciones y el maquillaje de Graciela. Su depresión y los escombros hicieron de aquel payaso de profesión un hombre distinto. Sus sueños serían diferentes, y estoy casi segura que Graciela quería de igual manera que lo fuera. Durante trece días reconstruyo su teatro en un hogar, recuperó el maquillaje de Graciela sobre el moho que lo cubría, las tazas sucias del lavadero pasaron a ser lámparas de sala y la vieja sala de espera paso a ser testigo de la música de un piano viejo y defectuoso en una de sus teclas que tocaba por las tardes, el Teatro Poli ya no era el mismo teatro.

El viejo flacucho cayo de nuevo en el abismo oscuro de la desolación, fuerte se había levantado por más de trece días; lo suficiente para perderse de nuevo en los próximos tres años. Tres años, el tiempo suficiente para dejar perder su vida entre cucarachas y falsas sonrisas en el espejo. Poli se levanto como de costumbre un martes, el día martes es para los humanos el día más normal de la semana; pero para Poli, iba a ser un gran día. Con tres toques a su puerta, y otros tres más Poli atendió asustado y molesto hasta los diablos- "quien ha de joder un hombre tan desgraciado como yo un martes" - pensó. Asomando sus ojos por la rejilla de la puerta, pregunto al hombre que lo esperaba afuera de aquel abismo, el hombre contestó:- "Viejo amigo, regrese y vengo por una de esas dosis tuyas para sonreír."- confundido Poli replicó:-"¡No has de notar que ya esto no es un teatro!"- conmovido por la historia de aquel misterioso hombre , rejunto los platos de su fregadero sucio como el motor de un viejo auto, y preparó el mejor té que había probado en tres años. El hombre resultó ser uno de sus visitantes constantes y amante de los espectáculos domingueros.

Tres meses le tomó para darse cuenta de lo que perdería sino se dejaba perder en una nueva aventura. La aventura de devolver a su viejo teatro la felicidad de hacer sonreír, aunque Poli no era un hombre tan romántico y atento; sentando en el viejo piano recordó a Graciela, y una de sus imágenes fue la vieja caja que conservaba en todo rincón, cada mes un rincón distinto, Poli solía rebuscar la casa de cuando en cuando para encontrar el misterio de aquella vieja caja, hasta que un fuerte do de piano le toco el corazón. Durante años el viejo piano polvoriento había resguardado el secreto más bello de la más bella mariposa, la caja que haría de Poli un nuevo hombre de profesión.

La vieja esquina desde aquel entonces fabrica los mejores chistes de la ciudad, un espectáculos de carcajadas empacados en una bolsa sellada especialmente al vacío como un obsequio para la vida. Si he de admirar un empleo ha de ser el de Poli, que durante treinta años más seguirá cobrando los mismo 10 pesos por bolsa y devolviéndome la vida en cada inversión. Porque ha de ser una gran inversión para los hombres comprar carcajadas de 10 y burlar la aventura de la vida a cero pesos.