Música para el corazón
Date prisa, estoy soñando…
Cuando me despierto, intento arañar la mayor cantidad de reminiscencias del último sueño, aquel que delimita el traspaso entre la somnolencia y una dubitativa vigilia. Voy a relatar la síntesis de mi último sueño: un deseo personal para el 2012.
Siempre me encanta ojear algún cómic en la cama antes de dormir. De esta manera mi consciencia deambula cerca de la frontera entre el color del papel y la oscuridad del sueño. También así puedo llevarme al reino del sueño alguna evocación del relato mientras empieza la caída en el mismo. No se por qué, pero siempre he imaginado aquel reino situado por debajo del mundo de la vigilia, como un inframundo. Por ello, pienso que desciendo.
Anoche me adormecí releyendo una de mis novelas gráficas preferidas: el Incal. Y lo hice con un fragmento en el cual aparecía John Difool (el protagonista de la novela) en un club de dudosa reputación, mientras se adentraba la medianoche en la ciudad-pozo. John se encontraba sentado ante una mesa de cristal sobre la cual una chica del club bailaba de forma sensual para su exclusivo deleite.
Dada mi perspectiva, no podía ver muy bien la cara de la bailarina. Pero sí podía distinguir la estilizada espalda de su figura y un peculiar color/corte de cabello: algo en ella me resultaba ciertamente familiar. Tenía la clara intuición de que aquella era la misma chica que en otro sueño había conseguido despertar en mi un aletargado y centelleante amor a primera vista.
En un giro rápido, pude ver su cara por más de un instante y reconocerla: era Animah, personaje del mismo relato, que comparte aventuras con John. Lógico, me dije. Incluso mis sueños se rigen por cierta lógica.
Pero cuando volví a fijar mi atención en la escena, John había desaparecido, y Animah se encontraba sola, sentada en la mesa de cristal que antes había servido de plataforma para su baile. Parecía llorar, aunque no podría asegurarlo. Entonces pensé en dirigirme hacia ella. Pero no pude decidirme, algo en mi mente parecía inmovilizarme e impedirme dar el primer paso. En la duda, mi sueño se desvaneció… y entreabrí los ojos.
Me desperté y tras traer de vuelta a la incipiente vigilia aquella escena, reflexioné acerca de que es lo que me impedía acercarme a alguien que realmente había despertado mi interés. Quizás el miedo a ser ignorado o rechazado, pensé. No lo sabía… había sentido imperiosamente que debía aproximarme a una parte de mi alma que se perdió tiempo atrás… pero no lo hice.
Por todo ello, este es mi deseo para el 2012: reencontrar a Animah en el mundo de la vigilia para enmedar mi indecisión y (re)conocerla de veras. Aunque parece ser que todo está escrito (Maktub) el destino siempre juega a favor de aquellos que siguen el dictado de la verdadera esencia de su alma: Amor Fati. Yo ya he escrito la primera letra de esta canción, ahora sólo hace falta que algún fragmento perdido de mi alma escriba la música.
La música empieza donde se acaba el lenguaje. (E.T.A. Hoffmann)
El signo de Animah
Si te ha interesado esta entrada, también te puede interesar:
- Un repaso (musical) del 2011