Situados en el mismo lugar, un paisaje cubierto de intenciones puras, las luces de los faroles comienzan a encenderse de a poco, iluminando la casa de troncos donde habitamos. A penas se ve el lago. El aroma a tierra mojada se adentra a la sala de estar donde reposan nuestros cuerpos. El fuego crepita, mientras el ambiente va tomando la temperatura ideal para esta época.
La paz reina en este instante, mientras nuestras miradas se pierden en aquella llama que danza sin cesar. La caricia recorriendo el cuerpo, el contacto de dos manos entrelazadas. Un beso tímido que comienza a despertar la sed de unos labios fríos. El deseo envuelto en un abrazo profundo, cuerpos que se tocan mas allá de la materia. Energía poderosa que envuelve y aumenta. Emprendemos un nuevo viaje al centro del alma despojándonos por completo de aquel traje que nos cubre. Renaciendo una vez mas juntos. ❤️