Un día en familia

Publicado el 20 septiembre 2010 por María Bertoni

Un día en familia posee la interesante cualidad de convertir un fresco local en retrato universal. De hecho, la película escrita y dirigida por Hirokazu Koreeda aborda conflictos inherentes a la familia contemporánea en cualquier parte del mundo a partir del encuentro conmemorativo que tiene lugar un fin de semana en Japón entre un matrimonio mayor y su descendencia.

La añoranza y los recuerdos de un hijo/hermano muerto, el conflicto latente -por momentos al borde del estallido- entre el padre y un hijo pródigo, las reticencias que provoca un proyecto de convivencia intergeneracional (“por el bienestar de los abuelos”), los malabares que hacen los de afuera (yernos y nueras) para aliviar tensiones históricas son algunos de los aspectos que el realizador nipón pinta con naturalidad.

El desempeño de Hiroshi Abe, Yui Natsukawa, Kirin Kiki, Yoshio Harada contribuyen a la sensación de que, efectivamente, asistimos a la intimidad de una familia reunida para recordar a un integrante fallecido pero siempre presente. Las miradas, los silencios, las palabras a veces usadas como estiletes dan prueban de una eficaz complicidad entre guión y actuación.

Las huellas que deja la niñez, el paso del tiempo, la preocupación por la descendencia, la vejez, la muerte son los otros temas que hacen a la universalidad del film. La gastronomía los envuelve con sabores y aromas típicos que también enmarcan los aspectos locales del relato: la honorabilidad de la vocación, el status asignado a la compra de un auto, la estigmatización asociada al hombre que se casa con una joven madre viuda o separada.

Aunque suene cursi leerlo, bien vale escribir que Un día en familia es una película bella y conmovedora. Dicen que Koreeda la filmó después de que sus padres murieran, quizás para expresar su pesar por haberlos acompañado poco los últimos años. Como dicen los italianos, “se non è vero, è ben trovato”.