Un día en zaragoza.

Publicado el 03 enero 2014 por Molinos @molinos1282
- Moli, como vas sola en el coche te he metido unas cosillas en la maleta. 
- Vale, sin problemas. 
Ja. Sin problemas. Parezco nueva. Me meto en el coche a las 8 de la mañana para llegar a tiempo a Zaragoza y descubro que las "cosillas" de Molimadre han petado el maletero del coche y tengo que llevar mi bolsa en el asiento. Eso no es lo peor, lo peor es que entre las "cosillas" hay una caja enorme llena  de verdura que incluye cebolletas. El coche apesta y sospecho que yo voy a apestar a cebolleta durante 3 ó 4 días. Empezamos bien.
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11:15. Llego a Zaragoza. Consulto las indicaciones que me han dado los de la radio para llegar a los estudios: "Desde Madrid lo más fácil es coger la Avda. de Navarra hasta llegar a Echegaray y nuestros estudios están al lado del centro de natación". 
Bien. Me oriento bien y llego con tiempo de sobra para buscar el sitio. 
11:50. Al borde del llanto y cabreada como una mona, paro en una gasolinera para preguntar dónde leches están los estudios de Aragón Radio. Cuando por fin consigo llegar a los estudios 30 segundos antes de la hora de la cita, he perdido 3 años de vida, estoy segura de que me han salido más canas y he descubierto una serie de cosas:
- Por alguna extraña razón,  un maño considera que decirte "los estudios están justo enfrente de la Basílica del Pilar" es una indicación mucho más imprecisa que "coge la Avda. de Navarra y luego la calle no se qué". - Centro de natación en Zaragoza se lee "Acuario". - En Zaragoza poner los nombres de las calles se considera superfluo. - Zaragoza es donde van a descansar todos los semáforos de todas las ciudades del mundo. Hay más semáforos por metro cuadrado que en ninguna otra ciudad que haya visitado.- Estoy genéticamente programada para un tiempo de semáforo determinado. Los de Zaragoza lo superan con mucho, así que me descubro a mí misma en plan conductor macarra apretando el acelerador mientras miro fijamente la luz roja que tarda un tiempo increíblemente largo en pasar a verde. Me desespero...y me descubro con la mirada buscando una táa entre los coches con un pañuelo que me de la señal para arrancar. 
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Me voy al hotel después de la entrevista. Mientras perdía años de vida dando vueltas por Zaragoza había vislumbrado el hotel que me había buscado Viveiro y que, según él, estaba "céntrico". En Madrid eso se lee "a diez minutos en transporte público del centro".  
Al entrar en el hotel "Boston", (¿Por qué un hotel en Zgz se llama Boston? Quiero conocer al que le puso el nombre, me intrigan sus procesos mentales), descubro con horror que voy a vivir en uno de mis posts durante las próximas 24 horas, concretamente en este "Doce cosas incomprensibles de los hoteles".  
El Hotel Boston, tiene un hall enorme en el que yo parezco (aún más) canija. Tiene una decoración y un aire a medio camino entre el hotel de El Resplandor y el cursilismo más horroroso de los años 80. Es una combinación que me da escalofríos, aunque solo siento pánico del bueno cuando veo el pasillo gigante por el que arrastro mi bolsa y entro en una habitación que es un completo shock cromático en azul celeste. La moqueta me da tanto miedo que decido que no quiero conocer al que le puso el nombre al hotel. (véase foto que encabeza el post)
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14:15 , un guasap de Viveiro. "Te recojo a las 6". 
17:15, otro guasap de Viveiro. "Estoy abajo". 
Pero, pero, pero...salto de la siesta a la ducha para intentar no apestar a cebolleta y bajo.
- Hola Moli, - Déjate de Hola Moli...¿En qué hotel me has metido? ¿Hotel Boston? Pero tú lo has visto? Pone "Piano bar", ¡Piano Bar! No sé si estoy en Zaragoza o en el crucero de Vacaciones en el Mar. - Ehhh...que aquí estuvo Michael Jackson!!- ¿Y?  ¿Michael Jackson? En fin, si por lo menos fuera Springsteen. Y por cierto, esto no está céntrico, ¿a que está al lado de tu casa? - Mierda, me has pillado. Vivo justo a la vuelta. - Anda, vámonos que con el caos de ciudad que es está seguro que llegamos tarde. 
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Tardamos tanto en llegar al "El Gato de Cheshire"  que llegué a pensar que Viveiro no era Viveiro y que me iba a secuestrar. 
- ¿seguro que sabes ir?- Que sí Moli coño. - ¿Seguro? Yo creo que es por ahí. - No tienes ni idea. Cómo sigas dando el coñazo te dejo aquí tirada. - Vale, pero es que orientarme si me oriento y estamos dando muchas vueltas. - Es por el tranvía. -¿perdona? - Desde que han puesto el tranvía la ciudad es un caos. Han cortado la ciudad a la mitad y han cambiado el sentido de las calles y hay que dar mucha vuelta. - ¿Y los semáforos? ¿Por qué duran tanto?- ¿Tanto? Duran lo que tienen que durar. 
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La firma fue muy divertida. Un local muy chulo, unos libros preciosos y los descerebrados intentando no romper nada. Como todos eran de la zona les transmití todas mis inquietudes sobre la ciudad. 
- Viveiro me ha metido en el hotel Boston- ¡ Es donde estuvo Michael Jackson!- contestaron al unísono. 
- La ciudad es un caos circulatorio. - ¡Es por el tranvía!- dijeron todos a la vez. 
- Los semáforos duran mogollón. - ¿Los semáforos? Para nada, no les pasa nada a nuestros semáforos.- empezaron a darme miedo. 
Me hablaban en semicírculo perfecto. No sé si era una formación especial de alienígenas mutados a descerebrados o que la ducha no había surtido efecto  y seguía apestando a cebolleta. 
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Después vino la parte para mayores de 18 años. Dos aguerridos y enormes hombres me sacaron por Zaragoza la nuit para emborracharme. Primero pensaron en ir a zampar un menú de 9 platos. 
- Viveiro yo no me como 9 platos, ni 6, ni 3. - Eso ya lo sé...eres canija, pero nos da igual. Tú sólo eres la excusa. 
Después lo valoraron mejor y fuimos de cañas y a comer a antros inmundos donde todo el mundo los conocía. 
- Ya no puedo más. - No puedo más, no puedo más...pero si no hemos comido nada. - Yo no puedo más. Dame mis Gin Tonics. - Primero un lince. - ¿Qué es un lince?- Te va a encantar...es lo típico de un antro donde pusieron los adornos de navidad en el 88 y ahí siguen. 
El lince en cuestión es un bocata de sardina con pepinillo y tomate. Me tomé uno. 
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Volvi al Hotel Boston después de haberme reído muchísimo con los dos gigantes maños. 
No fui capaz de abrir la puerta de mi habitación. Tuve que bajar al hall enorme con mi lengua de trapo a explicar que la cerradura se me resistía. Creo que estuve digna. 
Me dormí en medio del shock cromático azul celeste. 
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Al día siguiente el olor a cebolleta seguía allí. 



Mil gracias a Karol y Bea, las dos valientes que se han atrevido a abrir una Librería y que me invitaron a conocerla. Y a todos los que se pasaron por allí a conocerme. 

 Aquí  la versión de Viveiro y aquí la de El chico de la consuelo.