Los únicos que sufren alguna perturbación son los que nacen un día bisiesto, porque no pueden celebrar su cumpleaños con la regularidad anual acostumbrada, puesto que el 29 de febrero sólo aparece en los calendarios cada cuatro años. Cualquier registro humano que se base en este día, deberá hacer constar su excepcionalidad temporal para que sea tenida en cuenta en el futuro. Y es que disponer de un día extra, aunque sea cada cuatro años, trastorna nuestras rutinas y convenciones. Porque nacer o morir un 29 de febrero se convierte en una complicación, cuando no una extravagancia.
Los únicos que sufren alguna perturbación son los que nacen un día bisiesto, porque no pueden celebrar su cumpleaños con la regularidad anual acostumbrada, puesto que el 29 de febrero sólo aparece en los calendarios cada cuatro años. Cualquier registro humano que se base en este día, deberá hacer constar su excepcionalidad temporal para que sea tenida en cuenta en el futuro. Y es que disponer de un día extra, aunque sea cada cuatro años, trastorna nuestras rutinas y convenciones. Porque nacer o morir un 29 de febrero se convierte en una complicación, cuando no una extravagancia.