Todo el mes de agosto sin publicar, somos un desastre, pero es que este año nos hemos tomado el mes de vacaciones de forma intensa. Eso sí, volvemos en septiembre como vuelven los corticoles, las nuevas temporadas de las series, las altas en los gimnasios y los buenos propósitos.
El año pasado nos marcamos una escapada de tres días chulísima por Ronda y alrededores. Con esta (lo de no poner tildes a los determinantes aun no lo tengo superado), es la tercera escapada corta que hacemos a Andalucía y, para nosotros, es una zona perfecta para ello, si no fuera por los kilómetros que nos separan. Un otoño, lo hicimos a la zona de Cazorla, precioso. Otra en mayo a los Patios de Córdoba, espectaculares. Esta ha sido la última.
Elegimos Ronda para nuestro alojamiento. Una elección estupenda porque es una ciudad con mucho encanto. Pequeñita, monumental, con un tapeo para disfrutar y llena de lugares bonitos e interesantes que nos enamoró. De esta ciudad tenemos una entrada hecha donde os contamos un poquito sobre ella, lugares de interés, y un montón de imágenes sobre el lugar. Como allí están todos los detalles, ahora vamos a hablar de uno de los tres días que dedicamos íntegramente a tener un contacto con la Sierra de Grazalema y alguno de sus pueblos más pintorescos. No es la popular ruta de los pueblos blancos, pero sí que pudimos contemplar una pequeña muestra de ellos.
Hablamos de destinos llenos de encanto, pueblos con enclaves mágicos, con el enganche que tiene el sur y que son perfectos para completar una escapada de un fin de semana largo, de esas que dejan un sabor de boca inolvidable.
Como decíamos, Ronda fue nuestro campamento base, a la ciudad le dedicamos un día completo y las noches. Otro de los días hicimos el siguiente itinerario:
Grazalema
Desde Ronda ponemos rumbo hacia la Sierra de Grazalema (Provincia de Cadiz), aproximadamente en unos 40 minutos os encontraréis en Grazalema, la población con mayor índice de lluvias de Andalucía.
Durante el camino ya se puede ir disfrutando del paisaje de la sierra hasta llegar al pequeño pueblo, blanco, que resalta entre la naturaleza que lo rodea. Por detrás, el Peñón parece darle resguardo, lugar en el que, por cierto, nace el río Guadalete.
Estacionamos en el aparcamiento que hay a la entrada del municipio y nos damos un paseo por sus callejuelas. El pueblo está aún medio despertando, estamos a media mañana aproximadamente.
Nos dedicamos a callejear entre las fachadas blancas resplandecientes y luminosas y los callejones estrechos. Un paseo que nos hace poner a trabajar las cámaras durante un buen rato.
Zahara de la Sierra
En nuestra corta escapada al sur, marcamos como destino Zahara por la bonita estampa que habíamos visto en alguna de las fotografías que hay sobre el lugar. El perfil de un pueblo blanco alrededor de una Torre del Homenaje de orígenes árabes. Esa imagen no la conseguimos, aunque al parecer existe un mirador a la entrada del pueblo desde donde es fácil obtenerla. Nos lo debimos saltar, pero lo que sí nos llevamos fue el placer de visitar este bonito rincón dentro de la Sierra de Grazalema.
El aparcamiento en esta localidad está en la parte más alta y con vistas al embalse Zahara-el Gastor, de aguas azul semiturquesa muy intenso...
Desde allí, iniciamos un paseo por el pueblo, ya mucho más despierto que Grazalema y que se disponía a tomar el aperitivo.
El entorno, las calles empedradas, las terrazas, el ambiente animado y el sol en todo su esplendor convertían a Zahara de la Sierra en un destino ideal para una escapada relajada y distendida.
El trazado del municipio desde luego le dan un carácter especial. Asentando en pendiente, como si se dispusiera en terrazas, de nuevo el protagonista es el color blanco de las casas contrastando el verde paisaje que lo rodea. Desde la parte alta se pueden obtener vistas muy atractivas del entorno y las casas.
Nosotros no subimos hasta la Torre del Homenaje, pero hay un sendero que te lleva hasta allí. Esta era una escapada de las que te tomas con mucha tranquilidad, ganas de pasear, de sentarte en las terrazas, charlar y disfrutar del buen tiempo. Y eso hicimos, al poco de llegar nos sentamos en una de las múltiples terrazas a tomar algo de beber. Un domingo donde la gente se repartía por todas partes.
Después de esto continuamos paseando por alguna de sus calles hasta poner rumbo a un nuevo destino.
Olvera
Olvera se encuentra a unos 28 km de Zahara de la Sierra, aproximadamente, a una media hora en coche. Cuando llegamos allí, era la hora de comer. A diferencia de Zahara de la Sierra este pueblo se encontraba casi solitario.
Aparcamos en la parte baja del municipio. Desde ella salen numerosas calles con bastante pendiente que llevan a la parte más alta. Y no con poca cuesta, es una pendiente que con ese sol vertical se convierte en toda una experiencia.
De nuevo, nos encontramos con un pueblo blanco cuya corona es una fortaleza y, en este caso también, su iglesia.
Hay que reconocer que las calles principales resultan muy atractivas y desde la iglesia se obtienen unas vistas maravillosas. En nuestra visita la iglesia se encontraba cerrada y estaba una banda de música juvenil haciendo sus ensayos.
Comer allí se convirtió en toda una aventura, no encontramos casi locales abiertos, así que acabamos en la plaza del Ayuntamiento, en una terraza de un pequeño bar tomando algunas tapas para sobrevivir.
Desde Olvera, otro de los pueblos blancos por excelencia, ponemos rumbo al pueblo más pintoresco del día bajo nuestra opinión: Setenil de las Bodegas.
Setenil de las Bodegas
De nuevo son 30 minutos los que nos separan del nuevo destino. Cuando llegamos a Setenil la multitud nos acompaña y nos obliga a tener que dejar el coche aparcado en el margen de la carretera que está por la parte alta de la localidad.
Setenil de las Bodegas tiene un enclave único, en el tajo que forma el río Guadalporcún, incrustado en la roca, creando una especie de cuevas.
El entorno es muy especial y tanto sus calles como, sobre todo, sus casas, son un imán para el turismo y las miradas. Estamos hablando de viviendas que no son excavadas en la roca, sino que se se cierran sobre la roca misma para construirse.
El patrón de la localidad es San Sebastián. La leyenda dice que la Reina Católica dió a luz en Setenil a un retoño que sería llamado Sebastián, pero este murió tras el parto. En su honor se erigió la primera iglesia del pueblo que lleva el mismo nombre.
Por supuesto, esta localidad, también tiene restos de una antigua fortaleza. Pero a nosotros si algo nos encantó de la visita a Setenil de las Bodegas fue callejear por sus calles y fijarnos en cada uno de los detalles de las viviendas. No se puede negar lo particular de esta localidad.
Un lugar totalmente pintoresco que es habitual encontrar en la lista de pueblos más bonitos de España.
Desde Setenil de las Bodegas, para finalizar el día, pusimos rumbo a Ronda de nuevo. Allí disfrutamos de una cena compuesta a base de tapas y su animado ambiente.
Al día siguiente tocaba volver a Madrid, decidimos hacer una parada en Priego de Córdoba. Está a un poco más de dos horas de Ronda y, por lo que teníamos entendido podía merecer la pena como visita el día de retorno. Desde luego que mereció la pena. Pero de Priego de Córdoba os hablaremos otro día.
La escapada de 3 días a Ronda y Sierra de Grazalema la recordamos con muchísimo cariño. Nos llevamos la imagen de una Andalucía verde y blanca, como su bandera.
Fue un destino ideal para disfrutar no solo de lugares preciosos y pintorescos, sino para que tres días libres parecieran convertirse en seis. Un ambiente perfecto para la desconexión, tapas, terrazas, paisajes y la luz del sur que parece querer teñir todo lo que toca de su mágico color.
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